Con un nerviosismo parecido al de mi primera vez, seguía
caminando, intentando que cada palabra que pronunciara de aquella historia sobre
un corto encuentro sexual en una habitación oscura no delatara ese nerviosismo
que tenía, de solo pensar que me dirigía directamente a otro encuentro sexual con
quien hasta ese momento me había confiado toda su vida sexual y sentimental
pero como espectador, como ese confidente a quien recurría cada vez que su vida
se complicaba pasando de planos familiares, amistosos, académicos,
sentimentales y sexo pasionales, cuando alguien más degustaba de aquel cuerpo
de mujer que desde hace muchos años yo había intentado tener en mi colchón y
que hasta la fecha solo quedaba en la envidia de cada historia sexual que me
contaba.
Ahí estábamos los dos, dirigiéndonos hacia esa habitación con
ese colchón que por primera vez iba tener un cuerpo de hombre por razones
distintas al placer o al amor, ese colchón, su colchón, que esta vez por fin iba
tener mi cuerpo desnudo junto al suyo por la razón por la que menos esperé que algún
día sucediera, por despecho.
“FUIMOS DE AQUÍ LOS PRIMEROS!!! SOMOS DE AQUÍ NATURALES!!!!!!”
Retumbaba el Thrash Metal de los argentinos Malón aquel jueves por la noche,
sin mayor cosa que hacer que uno de mis placeres preferidos, escuchar música.
Disfrutaba placenteramente de esa estridente y poderosa música mientras perdía
mi tiempo naufragando en el ciberespacio, cuando de pronto ese característico sonido
del chat de esa famosísima red social se mezclaba con las guitarras distorsionadas
que escuchaba. Era ella, con esa ortografía casi impecable que siempre la
caracterizaba y expresiva como solo ella, saludaba como normalmente lo hacía,
con un saludo extrovertido y con palabras soeces, pero todas bien escritas,
como manda el diccionario. Luego de pocas líneas de preámbulo, con insultos
bien elaborados me contaba su última aventura sexo sentimental, con un tal Francisco,
quien había resultado ser el más patán de los patanes que había conocido, pues
al parecer el tipo había resultado un buen actor, pues había creado todo un
personaje con tal de que sucumbiera en su colchón, haciendo coincidir su
personalidad con la de ella, creando amigos, perfiles, familia y hasta mascota
pero absolutamente nada de eso era cierto, al parecer ni siquiera se llamaba
Francisco.
Ella me contaba que por azares del destino y con la ayuda de
las redes sociales dio con el verdadero tipo, un tipo del que incluso habían
publicaciones con su foto de otras mujeres advirtiendo lo farsante y múltiples
caras que era el personaje en cuestión. Ella seguía escribiendo y escribiendo
en esa pequeña ventana de la red social mientras a mí me costaba creer que
alguien fuera capaz de tanto con tal de conseguir sexo, pues pensando todo lo
que había invertido le hubiera salido más barato pagar por él, pero esa ya era
mi opinión. El caso es que de sus dedos brotaban unos fuertes pero bastante ingeniosos
insultos, los cuales iba leyendo al compás de movimiento de mi dedo índice sobre
el scroll del ratón. Yo seguía leyendo cada palabra hasta que los ojos se me
desorbitaron levemente mientras me explicaba que ese tipo había sido el último
con quien había tenido relaciones y se sentía “sucia”. Poco a poco mis ojos se
fueron desorbitando más, mientras seguía la lectura. Me explicaba que por el
rencor, odio, rabia y demás que sentía por el mentado, necesitaba tener sexo
con alguien para sentirse “menos mal” lo que había sucedido, y me lo pidió así
de explícito.
Yo lo pensé por un instante e intentando sacar esa
pequeñísima parte de caballero que aún tengo, le cuestionaba si era la mejor
opción de “quitarse” lo que sea que en ese momento sintiera por el tipo, pero
pareciera que de nada valían ese par de preguntas razonables que le hice, pues
ella seguía firme en lo que quería hacer. Ella sabiendo que desde hacía años
quería escudriñar en su ropa interior puesta, sabía que difícilmente me iba
negar y yo sin hacer alarde del “Lo hago para ayudarte”, acepté sabiendo que en
aquel momento, ambos teníamos libertad sexual.
Mis labios no se dejaban de mover intentando contar esa
historia en la oscuridad, mientras caminábamos hacia su casa y trataba de
esconder ese nerviosismo que tenía, pues la mayoría de mis encuentros sexuales
habían sido bastante espontáneos, ninguno con más de un día de planeación. Lo
interesante de la situación era que ella era quien parecía segura de lo que
había decidido hacer, y yo parecía el indeciso, actitud imposible de explicar
con precisión, pero quizá porque al fin realizaría lo que muchas veces imaginé en
aquellas noches de soledad.
Llegando a su casa, como ansiosa por lograr su cometido, me
tomó de la mano y me haló directamente a su cuarto, una vez adentro, me quitó
la chumpa y me besaba apasionadamente,
yo sentí esa ansiedad en ella pero mi cuerpo tardaba en entenderla, ella me
tomó de las manos, las dirigía a su cintura mientras me tomaba por la cabeza
besando mis labios, mis mejillas, y llegando directamente a las orejas,
sintiendo su respiración que se empezaba a agitar. Ese sonido de su respiración
cerca de mí me hizo reaccionar como un auto encendiendo un poderoso motor. La
abracé fuerte hacia mí, le tocaba la espalda, esa espalda que tenía la suavidad
de su piel y bajaba hasta tocarle esos glúteos que hacía años quería presionar.
Al sentir la presión de mis manos en sus glúteos, metió su mano en mi entre
pierna sobre mi pantalón sintiendo a través de la tela ese bulto que se había
formado producto de su agitada respiración en mis oídos.
Eso aumentó mi excitación y le presionaba más los glúteos,
me quitó la playera y con las manos sin dejar de besarme buscaba el broche de
mi pantalón bajándolo con todo y lo que tenía debajo, giramos de modo que yo
estuviera al ras de la cama y mientras me besaba me tocaba el miembro que con
un poco de lubricación natural, movía de arriba hacia abajo, me dio un leve
empujón dándome a entender que me sentara, lo hice, se arrodilló frente a mí, y
de tajo metió mi miembro en su boca dejándome sentir esa humedad cálida de su
boca y su lengua que poco a poco jugueteaba con mi glande mientras por momentos
desaparecía mientras que de adelante hacia atrás mi miembro se perdía en su
boca. Esos movimientos se fueron haciendo más rápido y mi excitación aumenta
cuando me miraba, me miraba hacia arriba dejándome ver que disfrutaba verme
disfrutar ese delicioso oral que tantas veces imaginé.
Ella movía la cabeza de arriba hacia abajo, se escuchaba ese
delicioso sonido a humedad de mi miembro entrando en su boca, me miraba, lo
sacaba, lo acariciaba con la lengua, con los labios y lo introducía nuevamente
en repetidas ocasiones, mis gemidos eran cada vez más rápidos, y más largos,
sobre todo cuando esa mirada llena de lujuria y pasión se dirigía hacia mí,
mientras su boca, lengua y labios hacían lo suyo con mi miembro ya bastante
lubricado. Como por no dejar escapar la lujuria que sentíamos los dos, se paró,
se quitó rápidamente la ropa que tenía puesta y se abalanzó sobre mí, sintiendo
su entrepierna sobre la mía y comenzó a balancearse de arriba hacia abajo sobre
mi miembro, tomándome de las manos y sintiendo su vientre sobre mí, se seguía moviendo
de adelante hacia atrás. Luego de un par de segundos con esos movimientos, se
levantó levemente como buscando introducir mi miembro que en ese momento ya
estaba empapado de sus jugos y los míos. Cuando lo consiguió, me presionó más
fuerte del pecho, juntó un poco más las piernas, hizo un delicioso sonido de
excitación y se comenzó a balancear más rápido sobre mí. A mí me encantaba ver
ese espectáculo de su abundante cabellera rizada balancearse alrededor de ella,
sobre sus hombros, espalda, sobre su rostro, que descubría hasta que hacía un
brusco movimiento de la cabeza hacia atrás y con las manos sobre mi pecho,
hacía su cuerpo hacia adelante, mientras le acariciaba esos abundantes senos
dignos de esa morena llenita que me estaba dejando sentir esa exquisita
penetración que ella tenía perfectamente controlada.
Esos movimientos de adelante hacia atrás los intercalaba con
movimientos de arriba hacia abajo, dejando caer su peso sobre mí y sintiendo
esa exquisita sensación al penetrarla cada vez que su cuerpo chocaba con el mío.
Se volteó dejándome ver ese exquisito espectáculo de su trasero hacia mí,
mientras se agachaba sobre mis pies y se balanceaba de adelante hacia atrás, yo
la tomaba por esa abundante cintura y levantaba mis caderas cada vez que se
acercaba hacia mí. Esa posición me excitó muchísimo, pues apreciaba toda su
espalda hasta sus glúteos y piernas, incluso me dejaba contemplar otra opción
de placer que veía contraerse con cada penetrada, con cada movimiento, con cada
choque de muslos.
Luego del evidente agotamiento que veía en ella, pues hasta
el momento ella era la que mandaba, la tomé por la cintura y la halé hacia mi
boca abajo, me posicioné sobre ella y comencé a moverme lentamente, introduciendo
mi miembro entre sus piernas que poco a poco cerraba con las mías. Mi pecho
rosaba su espalda, mis muslos chocaban con sus glúteos, haciendo ese “Splash! Splash!”,
ese sonido delicioso de dos cuerpos chocando al mismo compas. La tomaba por los
brazos, entrelazaba mis dedos con los suyos, ella por momentos levantaba esas
caderas hacia mí, haciendo la penetración mucho más excitante, pues esos movimientos
y sus gemidos me daban a entender que ambos disfrutábamos de esa deliciosa
sesión de placer mutuo. Los movimientos se hacían más rápidos, sus gemidos se
alternaban con los míos y esos movimientos que hacía levantando la cadera me
volvían loco pues sentía delicioso que sus glúteos chocaran con mis muslos al
ritmo de una deliciosa penetración. Ella se movía de arriba hacia abajo, yo le
besaba el cuello, la espalda, la tomaba de los brazos, ella se seguía moviendo
y yo seguía penetrándola dejando mi peso sobre ella, cada vez más rápido, y más,
y más, hasta que sentí ese movimiento de cadera hacia arriba mucho más prolongado
y esa mezcla de gritos y gemidos que me decían que le había dado un exquisito
orgasmo. Con la respiración entre cortada y con movimientos mucho más
prolongados hizo sus brazos hacia atrás, me tomó de la cabeza como para que le
diera un beso y me dijo “Eso estuvo deliciosooooooo”.
Ella había tomado esa decisión de un día para otro y la casa
no iba permanecer sola por más tiempo, yo estaba feliz de haber disfrutado de
esos momentos lujuriosos con ella, en ese momento prácticamente no me importaba
el no haber tenido un orgasmo, pero ella me dijo que tendría mi final feliz en
otra ocasión y que gracias a mí, odiaba un poco menos al tipo que me permitió
tener eso que en mi imaginación sucedió demasiadas veces pensando en Mary.