sábado, 31 de mayo de 2014

Una Cerveza sin alcohol

“Ahí está! El tiburón!, Ahí está! El tiburón!, se la llevó el tiburón, el tiburón…” Sonaba en la alarma de mi celular aquel viernes por la mañana, tengo la extraña costumbre de escuchar canciones que me gustaron hace muchos años y que ahora ya nadie recuerda. Esa canción la puse intencionalmente como despertador, porque tenía la intención de salir de fiesta esa noche tomando como excusa el cumpleaños de Mario, un compañero de trabajo que no me caía muy bien, pero a Alejandra si, y como ella era mi “mejor amiga” del trabajo, pues tenía que aguantar al egocéntrico ese pues no había de otra.

Alejandra, a quien carimañosamente yo le llamaba Ale, era la clásica chica extrovertida del grupo, siempre me han llamado la atención ese tipo de chicas, pero dado el tiempo que llevaba de conocerla, sabía que no podía esperar mucho con ella, pues su tipo de vida “liberal” era poco llamativo para alguien que en aquel momento buscaba una relación estable. Físicamente era de cara alargada, pelo liso tirando a ondulado, castaño oscuro, usaba lentes, a veces con aros de distintos colores, tenía un trasero poco llamativo pero que se compensaba con sus senos bastante llamativos, en realidad no eran tan grandes, pero si lo suficientemente horizontales como para llamar la atención de cualquier heterosexual y de más de algún homosexual por cuestiones de envidia.

Luego de la rutina diaria antes del trabajo, aseo personal, agenda, cosas importantes, maletín y si daba tiempo algo para desayunar, salí del trabajo topándome con la rutina de siempre, buses, gente corriendo, cubriendo con sudor mañanero el perfume y la ducha recién dada, gente en su carro desesperada porque va tarde al trabajo y bocinándole al de adelante quien revisa sus papeles y no ha notado que el semáforo ya está en verde, la rutina de la mañana en una ciudad tan linda como injusta, en fin, solamente siendo una persona más entre todas las que corren.

Al llegar a la oficina seguía tarareando aquel viejo éxito noventero y mientras me preparaba para iniciar labores, Ale y los demás empezaron a comentar los planes para esa noche. Que si baile, que si pizza, que si tragos, que si fiesta privada, que si en la casa de fulano, que si en el carro de sultano, que si se llevaban a mengano, que no se llevaban a perencejo, un chirmol de opiniones y desacuerdos que es de imaginarse. El festejo por el tal Mario no me llamaba mucho la atención, era solo la gana de salir un viernes por la noche a bailar y alocarse un poco, sin ninguna expectativa de nada, pues con la Ale teníamos nuestra historia, pero todo quedó en una noche de copas que solo queda en el recuerdo, sobre todo en el mío.

Al final la decisión fue ir a la zona 9 y pues cada quien empezó a hacer sus grupitos, en realidad el tal Mario casi solo le caía bien a las chavas, motivo por el cual era cuestionada su orientación sexual, el caso es que íbamos como 12, y la mayoría de hombres iban por ver si sacaban algo, con las amigas de Mario, yo sin un objetivo claro, simplemente me iba a divertir. Al llegar al lugar mi sorpresa fue que eligieron un lugar cerca de unos bebederos famosos cerca de la 14 calle, y más sorprendido aún cuando noté que era un lugar con música suave, tranquilo, con más pinta de café de antaño, cosa que asesinó cruelmente mis ganas de bailar y pasarla bien, pues el lugar se miraba bastante aburrido. Hasta ese momento la canción pegadiza de proyecto uno se desvanecía y en su lugar estaba un rústico y horrible intento de Balada de RBD.

Decidido a que la noche iba ser una decepción, pedí una cuba libre e intenté adherirme al grupo lo suficiente para intentar aprovechar lo poco rescatable pero lo menos posible para no ser el aburrido del grupo.

Luego de hora y media en el lugar y tres cubas libres, ya estaba totalmente resignado a que la fiesta que imaginé al levantarme esa mañana iba terminar siendo todo lo contrario. Todo cambió cuando varios compañeros usando sus habilidades seductoras se perdieron con otras compañeras, dejándonos a Ale, su mejor amiga, Mario y a mí con una horrible envidia de haberme perdido viendo lencería femenina cuando fue la repartición de esas habilidades seductoras intracoitales. Al dejarnos a los cuatro, pensando en que precisamente todo iba acabar ahí, decidí aprovechar el poco tiempo que tenía y después de ir al baño, pasé a la barra ordenando una cerveza baltika 9, porque tiene más alcohol. En eso estaba, cuando la vi. Lo recuerdo casi en cámara lenta, pelo castaño rojizo ondulado, labios de fuego, ojos negros, tez clara, pantalón de lona azul ajustado, blusa de hombros descubiertos, tacones semi altos, estaba llenita, pero tenía un no sé qué, que invitaba a admirarla más de una vez. Seguía observándola cuando vi a Ale acercándose a ella y saludarla, sin pensarlo más de una vez, me acerqué a ellas y cuando Ale me vio venir, me la presentó “Te presento a Rosy, compañera del colegio, Rosy, un compañero del trabajo.”. Yo la saludé e intenté hacer conversación sin percatarme de que Ale ni siquiera me presentó por mi nombre.

Luego de mi fallido intento de conversación, me fui derrotado hacia la mesa nuevamente y Ale se quedó con Rosy platicando por largo rato. Luego de que el mesero me llevara la cerveza que había dejado por conocer a la pelirojicastaña, Ale se fue a sentar a la mesa y tratando de ocultar mi interés, le pregunté por Rosy, contestó que venía con unos amigos y que no se sentía bien, pues recientemente había tenido una decepción amorosa, para resumir, líos de pantalones.

Seguimos platicando y aguantando el fuerte sabor de la Baltika 9, sabor que resistía debido a las ganas de embriagarme, luego de aproximadamente 15 minutos, se acercaron a nuestra mesa Rosy y sus amigos, se despidieron entre ellos, y ¡Oh sorpresa! Ella se sentó en nuestra mesa. Cuando se acercó el mesero, yo pedí otra cerveza, Ale pidió un mojito cubano y Rosy una cerveza sin alcohol. Estaba emocionado de que Rosy se sentara en nuestra mesa que ni siquiera cuestioné las razones por las que alguien pediría cerveza sin alcohol. Luego de varios minutos de ver a Rosy platicando con Ale sin tener oportunidad de introducirme en la plática, pude hacerlo cuando necesitaron opinión masculina de algunas actitudes estereotipadas de todos los hombres. Y si, el tema era ese, las mentiras. Entre varios argumentos mi argumento más contundente y memorable, aparte de robado a Dr. House, fue: Las mujeres son auditivas y los hombres son visuales, por eso las mujeres se pintan y los hombres mienten. Ale y Rosy se miraban entre sí, sin pronunciar palabras por un par de  segundos, pues por sí misma, la frase es bastante cierta. Seguimos platicando luego de mi entrada a la conversación y se hablaba de amores, desamores, siempre en términos generales, pues Rosy prácticamente no me conocía y no podía ser tan específica, conversación que se fue personalizando y especificando cuando sonó el teléfono de Ale y salió a hablar, pues me quedé platicando con Rosy, mientras que los demás de la mesa también andaban en su rollo.

Luego de varios minutos platicando y con las cervezas aumentando, Rosy se puso más sensible, cosa que me extrañó, ya que sus cervezas eran sin alcohol, pero supongo que de tanto recordar se estaba poniendo ebria de sentimiento. Cuando la música en el lugar estaba más tropical, invité a Rosy a bailar, quien sin ningún reparo acepto inmediatamente. Bailamos por varios minutos, mientras esperaba y deseaba música más relajada para bailar pegado. Durante el baile ya la conversación era más personal entre ella y yo, más que la situación sentimental que atravesaba en ese momento. En varias ocasiones nos mirábamos fijamente sin pronunciar palabras, era una especie de atracción mutua que me llamó poderosamente la atención, pues no me había pasado algo así antes. Nos sentamos en la mesa nuevamente con Ale y la plática ya mucho más amena y relajada, como si Rosy no tuviera absolutamente nada. La interacción entre ella y yo cada vez mejoraba. Salí unos minutos para fumar, y estando afuera, Rosy me acompañó, le pregunté si fumaba y me dijo que si, le di un cigarro y seguimos platicando y bromeando. Como yo había empezado a fumar antes, me terminé el cigarro antes que ella y entré solo a traer mi cerveza, volví a salir para estar con ella. Yo me recosté en una pared y seguíamos platicando, con una cerveza en la mano, y en la otra unas ganas enormes de tomarla por la cintura, pero pensé que no iba ser tan fácil, el alcohol y lo mucho que me atraía me hicieron animarme y la tomé de la cintura, la halé hacia mí y le di un beso suave de esos que duran tres segundos. Ella no dijo absolutamente nada, pero me quitó la cerveza, le pegó dos tragos y luego me besó, pero esta vez con bastante pasión, como si fuera un ex novio del que siempre estuvo enamorada y que volvía a ver. Dejé la cerveza en la pestaña de una ventana y ya con las dos manos libres la tomé por la cintura y luego del rostro, acariciando con mi dedo pulgar su mejilla y pómulos. Luego un par de minutos besándonos con más pasión, vio hacia adentro sobre mi hombro izquierdo y cuando vio que todos estaban adentro pasándola bien. Me tomó de la mano y me guió hasta su carro.

Una vez en el carro, seguimos la pasión que dejamos pausada en el lapso de llegada hacia el carro, la besaba, bajaba a su cuello, a sus pechos aún cubiertos por la blusa, que permitía besar más un pecho que el otro, pues la blusa era de un hombro destapado. Poco a poco le quité la blusa, dejando caer su pelo ondulado en sus pechos, ella me besaba y cada vez que me acercaba con mis labios a sus pechos, rosando casi los pezones, se le escapaban algunos gemidos, eso me excitó lo suficiente para quitarle todo lo que traía sobre la cintura y dejarle solo ese pantalón azul ajustado. Le besaba los pezones, con la lengua jugueteaba con ellos, mientras deslizaba una mano desde su mejilla, barbilla, cuello, hombros y espalda, hasta tocarle sobre el pantalón ajustado ese trasero que durante el baile me tenía loco. Ella me quitó la camisa a cuadros que tenía, mientras me tocaba los hombros, los brazos, el pecho y poco a poco bajó hasta que una hebilla la detuvo, con bastante agilidad y con una mano me quitó el cincho y desabrochó el pantalón, mientras me besaba y con la otra mano me tomaba por la cabeza. La incomodidad de la parte de atrás del carro hizo que le ayudara a quitarme el pantalón mientras con su pierna me acariciaba la entrepierna. Yo le desabroché el pantalón, y como ella estaba sobre mí, fue un poco más fácil quitárselo y dejar ver esa tanguita blanca que contrastaba con la oscuridad del carro. Seguimos besándonos y acariciándonos y ella me bajó el bóxer lo suficiente para que tuviera la libertad de tocarme el miembro ya bastante animado. Sentí la calidez de su mano y ella la humedad que yo ya tenía, posicionó su entre pierna en la mía, con una mano se hizo a un lado la tanga y con la otra dirigía mi miembro hacia su cavidad femenina también ya bastante húmeda.

Ese primer contacto fue delicioso, pues chocaron nuestras humedades dejando sentir esa deliciosa sensación mientras mi miembro irrumpía en su cavidad, momento en el que se le escapaba un “diooos!” y a mí un “Mmmmmhhh”, al sentir esa calidez estando dentro de ella. Se comenzó a mover de adelante hacia atrás, mientras yo la tomaba por la cintura, cada movimiento hacia adelante era una penetración con un “Mmmmhhhh” de mi parte incluido, pues en realidad se movía muy rico y me tomaba de los hombros, de la cabeza y del sillón donde yo estaba. Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos y los gemidos de ella más fuertes, a mi me excitaba la sensación de que nos pudieran capturar infraganti, pues sus gemidos en ocasiones eran lo suficientemente fuertes como para ser escuchados por alguien que pase cerca.

Empezamos a sudar y nuestros jugos se mezclaban con nuestro sudor, ella me tomaba de los hombros, me abrazaba, cerraba los ojos, al tiempo que se movía de adelanta para atrás, en círculos, una, otra y otra vez. Yo tomándola por la cintura y con lenguaje corporal le di a entender que se volteara, lo hizo y siempre tomándola de la cintura, la halaba y empujaba hacia adelante y atrás, ésta vez la penetración era cuando ella de espaldas se acercaba a mí. Ella movía la cabeza y por el retrovisor veía que tenía cerrados los ojos, y cada vez que la tomaba fuerte de la cintura y la penetraba más fuerte, abría la boca y se acariciaba los labios con la lengua. Era delicioso sentir sus glúteos sobre mí, y esa fina espalda que se perdía en su ondulado cabello. Por varios minutos estuvimos en esa deliciosa posición, pero como que su preferida era la anterior, porque se dio vuelta y regresamos a la otra, frente a frente sentada sobre mí. Se empezó a mover más rápido, ésta vez combinando movimientos de adelante hacia atrás y de arriba hacia abajo. Cuando se movía de arriba hacia abajo se escuchaba ese “splash” de dos cuerpos húmedos chocando, sonido que me excitaba de sobre manera. Ella ya bastante excitada y dejando salir libremente los gemidos me preguntaba “Papito, te gusta?” Yo respondía con un “Mnnnhhh que rico” y la tomaba más fuerte de la cintura le tomaba con más fuerza esos glúteos y los halaba hacia mí. Ella notó que cada vez que me hablaba yo la penetraba con más fuerza y se me escapaban gemidos, preguntaba “Te gusta así? Te gusto? Te lo hago rico?” Yo respondía con gemidos cada vez más fuertes y seguidos, pues la tomaba con fuerza por la cintura mientras con la lengua le besaba los pechos y jugueteaba con sus pezones. Ella gemía cada vez más rápido de movía de arriba hacia abajo, se escuchaba mas el sonido de la humedad de nuestros cuerpos chocando, la abracé fuerte, la penetraba fuerte, los dos gemíamos de placer, cada vez más rico y movimientos mas rápidos hasta que no aguante y expulsé ese líquido cálido estando dentro de ella con un gemido más largo. Ella dejó salir varios gemidos más largos que los anteriores y dándome un beso me dijo “Mmmhhh deliciosooooo”. Estuvimos desnudos por un par de minutos más casi sin percatarnos que probablemente afuera nos estaban esperando.

Nos vestimos, salimos estuvimos afuera un rato para no llegar acalorados y no mencionamos absolutamente nada de lo sucedido. Al entrar Ale se me quedó viendo con una mirada y risa picaresca pero no comentó absolutamente nada. Seguimos platicando como si nada hubiera pasado, luego de varios minutos y una cerveza mas, nos despedimos todos, cada quien se fue y yo me quedé con ganas de ver de nuevo a la chica de labios de fuego que hasta hoy no he vuelto a ver...