martes, 27 de enero de 2015

Mary, solo con ella vivo la felicidad.

Con un nerviosismo parecido al de mi primera vez, seguía caminando, intentando que cada palabra que pronunciara de aquella historia sobre un corto encuentro sexual en una habitación oscura no delatara ese nerviosismo que tenía, de solo pensar que me dirigía directamente a otro encuentro sexual con quien hasta ese momento me había confiado toda su vida sexual y sentimental pero como espectador, como ese confidente a quien recurría cada vez que su vida se complicaba pasando de planos familiares, amistosos, académicos, sentimentales y sexo pasionales, cuando alguien más degustaba de aquel cuerpo de mujer que desde hace muchos años yo había intentado tener en mi colchón y que hasta la fecha solo quedaba en la envidia de cada historia sexual que me contaba.

Ahí estábamos los dos, dirigiéndonos hacia esa habitación con ese colchón que por primera vez iba tener un cuerpo de hombre por razones distintas al placer o al amor, ese colchón, su colchón, que esta vez por fin iba tener mi cuerpo desnudo junto al suyo por la razón por la que menos esperé que algún día sucediera, por despecho.

“FUIMOS DE AQUÍ LOS PRIMEROS!!! SOMOS DE AQUÍ NATURALES!!!!!!” Retumbaba el Thrash Metal de los argentinos Malón aquel jueves por la noche, sin mayor cosa que hacer que uno de mis placeres preferidos, escuchar música. Disfrutaba placenteramente de esa estridente y poderosa música mientras perdía mi tiempo naufragando en el ciberespacio, cuando de pronto ese característico sonido del chat de esa famosísima red social se mezclaba con las guitarras distorsionadas que escuchaba. Era ella, con esa ortografía casi impecable que siempre la caracterizaba y expresiva como solo ella, saludaba como normalmente lo hacía, con un saludo extrovertido y con palabras soeces, pero todas bien escritas, como manda el diccionario. Luego de pocas líneas de preámbulo, con insultos bien elaborados me contaba su última aventura sexo sentimental, con un tal Francisco, quien había resultado ser el más patán de los patanes que había conocido, pues al parecer el tipo había resultado un buen actor, pues había creado todo un personaje con tal de que sucumbiera en su colchón, haciendo coincidir su personalidad con la de ella, creando amigos, perfiles, familia y hasta mascota pero absolutamente nada de eso era cierto, al parecer ni siquiera se llamaba Francisco.

Ella me contaba que por azares del destino y con la ayuda de las redes sociales dio con el verdadero tipo, un tipo del que incluso habían publicaciones con su foto de otras mujeres advirtiendo lo farsante y múltiples caras que era el personaje en cuestión. Ella seguía escribiendo y escribiendo en esa pequeña ventana de la red social mientras a mí me costaba creer que alguien fuera capaz de tanto con tal de conseguir sexo, pues pensando todo lo que había invertido le hubiera salido más barato pagar por él, pero esa ya era mi opinión. El caso es que de sus dedos brotaban unos fuertes pero bastante ingeniosos insultos, los cuales iba leyendo al compás de movimiento de mi dedo índice sobre el scroll del ratón. Yo seguía leyendo cada palabra hasta que los ojos se me desorbitaron levemente mientras me explicaba que ese tipo había sido el último con quien había tenido relaciones y se sentía “sucia”. Poco a poco mis ojos se fueron desorbitando más, mientras seguía la lectura. Me explicaba que por el rencor, odio, rabia y demás que sentía por el mentado, necesitaba tener sexo con alguien para sentirse “menos mal” lo que había sucedido, y me lo pidió así de explícito. 

Yo lo pensé por un instante e intentando sacar esa pequeñísima parte de caballero que aún tengo, le cuestionaba si era la mejor opción de “quitarse” lo que sea que en ese momento sintiera por el tipo, pero pareciera que de nada valían ese par de preguntas razonables que le hice, pues ella seguía firme en lo que quería hacer. Ella sabiendo que desde hacía años quería escudriñar en su ropa interior puesta, sabía que difícilmente me iba negar y yo sin hacer alarde del “Lo hago para ayudarte”, acepté sabiendo que en aquel momento, ambos teníamos libertad sexual.

Mis labios no se dejaban de mover intentando contar esa historia en la oscuridad, mientras caminábamos hacia su casa y trataba de esconder ese nerviosismo que tenía, pues la mayoría de mis encuentros sexuales habían sido bastante espontáneos, ninguno con más de un día de planeación. Lo interesante de la situación era que ella era quien parecía segura de lo que había decidido hacer, y yo parecía el indeciso, actitud imposible de explicar con precisión, pero quizá porque al fin realizaría lo que muchas veces imaginé en aquellas noches de soledad.

Llegando a su casa, como ansiosa por lograr su cometido, me tomó de la mano y me haló directamente a su cuarto, una vez adentro, me quitó la chumpa y me besaba  apasionadamente, yo sentí esa ansiedad en ella pero mi cuerpo tardaba en entenderla, ella me tomó de las manos, las dirigía a su cintura mientras me tomaba por la cabeza besando mis labios, mis mejillas, y llegando directamente a las orejas, sintiendo su respiración que se empezaba a agitar. Ese sonido de su respiración cerca de mí me hizo reaccionar como un auto encendiendo un poderoso motor. La abracé fuerte hacia mí, le tocaba la espalda, esa espalda que tenía la suavidad de su piel y bajaba hasta tocarle esos glúteos que hacía años quería presionar. Al sentir la presión de mis manos en sus glúteos, metió su mano en mi entre pierna sobre mi pantalón sintiendo a través de la tela ese bulto que se había formado producto de su agitada respiración en mis oídos.

Eso aumentó mi excitación y le presionaba más los glúteos, me quitó la playera y con las manos sin dejar de besarme buscaba el broche de mi pantalón bajándolo con todo y lo que tenía debajo, giramos de modo que yo estuviera al ras de la cama y mientras me besaba me tocaba el miembro que con un poco de lubricación natural, movía de arriba hacia abajo, me dio un leve empujón dándome a entender que me sentara, lo hice, se arrodilló frente a mí, y de tajo metió mi miembro en su boca dejándome sentir esa humedad cálida de su boca y su lengua que poco a poco jugueteaba con mi glande mientras por momentos desaparecía mientras que de adelante hacia atrás mi miembro se perdía en su boca. Esos movimientos se fueron haciendo más rápido y mi excitación aumenta cuando me miraba, me miraba hacia arriba dejándome ver que disfrutaba verme disfrutar ese delicioso oral que tantas veces imaginé. 

Ella movía la cabeza de arriba hacia abajo, se escuchaba ese delicioso sonido a humedad de mi miembro entrando en su boca, me miraba, lo sacaba, lo acariciaba con la lengua, con los labios y lo introducía nuevamente en repetidas ocasiones, mis gemidos eran cada vez más rápidos, y más largos, sobre todo cuando esa mirada llena de lujuria y pasión se dirigía hacia mí, mientras su boca, lengua y labios hacían lo suyo con mi miembro ya bastante lubricado. Como por no dejar escapar la lujuria que sentíamos los dos, se paró, se quitó rápidamente la ropa que tenía puesta y se abalanzó sobre mí, sintiendo su entrepierna sobre la mía y comenzó a balancearse de arriba hacia abajo sobre mi miembro, tomándome de las manos y sintiendo su vientre sobre mí, se seguía moviendo de adelante hacia atrás. Luego de un par de segundos con esos movimientos, se levantó levemente como buscando introducir mi miembro que en ese momento ya estaba empapado de sus jugos y los míos. Cuando lo consiguió, me presionó más fuerte del pecho, juntó un poco más las piernas, hizo un delicioso sonido de excitación y se comenzó a balancear más rápido sobre mí. A mí me encantaba ver ese espectáculo de su abundante cabellera rizada balancearse alrededor de ella, sobre sus hombros, espalda, sobre su rostro, que descubría hasta que hacía un brusco movimiento de la cabeza hacia atrás y con las manos sobre mi pecho, hacía su cuerpo hacia adelante, mientras le acariciaba esos abundantes senos dignos de esa morena llenita que me estaba dejando sentir esa exquisita penetración que ella tenía perfectamente controlada.

Esos movimientos de adelante hacia atrás los intercalaba con movimientos de arriba hacia abajo, dejando caer su peso sobre mí y sintiendo esa exquisita sensación al penetrarla cada vez que su cuerpo chocaba con el mío. Se volteó dejándome ver ese exquisito espectáculo de su trasero hacia mí, mientras se agachaba sobre mis pies y se balanceaba de adelante hacia atrás, yo la tomaba por esa abundante cintura y levantaba mis caderas cada vez que se acercaba hacia mí. Esa posición me excitó muchísimo, pues apreciaba toda su espalda hasta sus glúteos y piernas, incluso me dejaba contemplar otra opción de placer que veía contraerse con cada penetrada, con cada movimiento, con cada choque de muslos.

Luego del evidente agotamiento que veía en ella, pues hasta el momento ella era la que mandaba, la tomé por la cintura y la halé hacia mi boca abajo, me posicioné sobre ella y comencé a moverme lentamente, introduciendo mi miembro entre sus piernas que poco a poco cerraba con las mías. Mi pecho rosaba su espalda, mis muslos chocaban con sus glúteos, haciendo ese “Splash! Splash!”, ese sonido delicioso de dos cuerpos chocando al mismo compas. La tomaba por los brazos, entrelazaba mis dedos con los suyos, ella por momentos levantaba esas caderas hacia mí, haciendo la penetración mucho más excitante, pues esos movimientos y sus gemidos me daban a entender que ambos disfrutábamos de esa deliciosa sesión de placer mutuo. Los movimientos se hacían más rápidos, sus gemidos se alternaban con los míos y esos movimientos que hacía levantando la cadera me volvían loco pues sentía delicioso que sus glúteos chocaran con mis muslos al ritmo de una deliciosa penetración. Ella se movía de arriba hacia abajo, yo le besaba el cuello, la espalda, la tomaba de los brazos, ella se seguía moviendo y yo seguía penetrándola dejando mi peso sobre ella, cada vez más rápido, y más, y más, hasta que sentí ese movimiento de cadera hacia arriba mucho más prolongado y esa mezcla de gritos y gemidos que me decían que le había dado un exquisito orgasmo. Con la respiración entre cortada y con movimientos mucho más prolongados hizo sus brazos hacia atrás, me tomó de la cabeza como para que le diera un beso y me dijo “Eso estuvo deliciosooooooo”.

Ella había tomado esa decisión de un día para otro y la casa no iba permanecer sola por más tiempo, yo estaba feliz de haber disfrutado de esos momentos lujuriosos con ella, en ese momento prácticamente no me importaba el no haber tenido un orgasmo, pero ella me dijo que tendría mi final feliz en otra ocasión y que gracias a mí, odiaba un poco menos al tipo que me permitió tener eso que en mi imaginación sucedió demasiadas veces pensando en Mary.

sábado, 17 de enero de 2015

Una sala despejada

Milisegundos después de que mis glúteos tocaron la tela del sillón, mis muslos sentían la parte posterior de sus piernas, además de la presión del peso de su cuerpo, se pudo sentir ese olor a perfume desvanecido por el transcurso del día, ese olor que apenas unos días antes había sentido en otro cuerpo. Rodeó mi cuello con sus brazos emulando una bufanda, mientras sus piernas emulaban unas pinzas a mí alrededor. Sus labios humedecidos acariciaban y contagiaban los míos con una mezcla de ternura y pasión que interpretaban mis manos tocando con una su rostro y con la otra el límite que marcaban unos jeans en su espalda, intentando invadir con los dedos por debajo de ese pantalón sintiendo una fina tela que separaba su pantalón de esa piel suave que quería recorrer desde que la vi esa tarde.

Sus manos poco a poco fueron pasando de la parte posterior de mi cabeza hacia mi espalda, a mi rostro y de nuevo a mi cuello, intentando halarme hacia sus labios, sintiendo esa sensación de sus labios tocando los míos. Mi mano seguía haciendo su trabajo en la parte baja de su espalda, luchando contra una tela, intentando hurgar todo lo posible, imaginándola en la misma posición pero sin ese impertinente pantalón. Una negra camiseta poco ajustada me separaba de ese par de pichones morenos, ese par de senos con unos pezones que mis manos podían sentir por sobre esa barrera delgada de tela. Sabiendo que su peso estaba en mis piernas y que la tela de su ropa impedía el contacto directo con su piel, empecé a buscar el borde de esa camiseta negra y una vez encontrado, la levanté hasta que su brazo impedía quitársela, ella al sentirlo, entendió lo que quería hacer y mientras me seguía besando levantó los brazos y ese beso apasionado se interrumpió por un par de segundos mientras esa camiseta pasaba entre nuestros labios. La onda de aire impregnada con su perfume que emitió esa camiseta me hizo tocar esa espalda casi desnuda cubierta únicamente con un sostén blanco.

Teniendo la posición perfecta le desabroché el sostén, y en este caso era mi playera la que separaba mi piel de la suya y con más libertad para tocarle esa espalda totalmente desnuda podía sentir esas curvas femeninas de una espalda bien formada. Como por cuestión de igualdad, sentí sus dedos en mi cadera buscando ese borde de la playera para hacer exactamente lo que yo había hecho segundos antes para que al fin nuestra piel se uniera y se sintiera esa sensación de humedad que se intercambiaba mientras nuestros cuerpos se acariciaban al ritmo de los besos que para ese momento nos quitaban el aliento.
Mis manos se deslizaban hacia su cadera, buscando el botón y el ojal de aquel jean azul y al encontrarlo, con aparente agilidad y de un solo movimiento desabroché el nuevo obstáculo que me impedía acceder a sus placeres femeninos. Al sentir los estragos que intentaban hacer mis manos una cuarta bajo su ombligo, quiso ayudarme, se paró y me ayudó a quitarle el pantalón, haciendo movimientos horizontales de vaivén que ayudaron a encender más las ganas que tenía de acariciarla completa. Esperaba que se volviera a sentar en mis piernas de frente, pero en vez de eso, me tomó de las manos, me haló hacia ella y me desabrochó el pantalón mientras me besaba el cuello, el hombro, el pecho y me desvistió completamente. Hizo un gesto dándome a entender que me sentara y ella aún con una tanga rosada, se sentó de la misma forma como estaba pero con mucho mas contacto de piel.

Me comenzó a besar, me tomaba de la cabeza, del pelo, del cuello y bajaba a mi pecho para subir nuevamente, todo eso mientras movía su cintura de un lado hacia otro, acariciando mi miembro con cada movimiento con la humedad bastante aparente. Esos movimientos parecían describir círculos sobre mis muslos y sin dejar de besarme sentí como bajaba la mano buscando hacer a un lado esa delgada tela que separaba su entrepierna de mi miembro. Una vez a un lado el pequeño y rosado obstáculo, se empezó a mover más despacio de arriba hacia abajo, haciéndome sentir una sensación deliciosa cuando sus labios pasaban por mi miembro sintiendo esa abertura que terminaba en su clítoris mezclando su humedad con la mía y repitiendo es movimiento una, otra, otra y otra vez. Me tomaba del cuello mientras se seguía moviendo de arriba hacia abajo hasta que suavemente mi miembro empezó a penetrar ese agujero de placer femenino tan exquisito, instante en el que cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás siendo evidente que disfrutó esa introducción.

Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos, ella se movía a su ritmo, tenía el control, colgada de mi cuello se movía, abría la boca, sacaba la lengua humedeciéndose los labios y dejando escapar leves expresiones sonoras que aumentaban de intensidad cuando me inclinaba hacia ella buscando sus pezones con mis labios y lengua, pezones con cierta dureza que al morder suavemente automáticamente pegaba un brinquito junto con un “asíiii, que ricoooooo” yo complementaba tan exquisita expresión con un “mmmmm deliciosoooo, me encanta como te mueves” pareciera como si cada vez que le decía que me encantaban sus movimientos, se movía más rápido escapando involuntarios “Mmmmmm Ahhhhhhhh”.

Para equilibrar la situación, la tomé por la cintura, y cambiamos de posición, ésta vez ella recostada en ese sillón con ese par de alas abiertas invitándome a acercarme. Le quité la tanga que aún tenía, la tomé por las piernas y me acerqué buscando su cavidad con mi miembro hasta que volví a sentir esa humedad tan deliciosa mientras me movía de adelante hacia atrás haciendo la penetración mucho más profunda. Ella me tocaba el pecho, abdomen y me tomaba por los glúteos sintiendo como me halaba hacia ella como intentando que la penetración fuera máxima. Se empezaba a amalgamar el sonido de su cuerpo colisionando con el mío, el sonido de sus gemidos con los míos y sus jugos con los míos, era una mezcla de exquisito placer compartido y mutuo. 

Esta vez el control era mío y seguía penetrando subiendo y bajando el ritmo por momentos para no terminar con ese placer tan exquisito y cada vez que veía que sus gestos evidenciaban el placer que estaba sintiendo, aumentaba la intensidad mientras veía como se contorneaba en ese verde sillón que estaba siendo testigo de esa sesión de placer compartido. Le tomé las piernas, las uní y seguí penetrándola con más intensidad pues noté que se contorneaba más y era lógico, pues mi miembro tenía más contacto con sus labios superiores humedecidos con jugos y sudor de ambos. Ese panorama de sus piernas cerradas que terminaban con mi miembro penetrando aumentaba mi excitación y si a eso le sumamos sus gemidos y sus movimientos contorsionándose de placer hacían que se empezara a sentir esa deliciosa sensación previa al clímax de esa sesión. Me recosté sobre ella, la abracé y la besaba mientras la seguía penetrando cada vez más rápido y más y más, ella al sentir que cada movimiento se había más rápido, me tomaba por la espalda y me halaba hacia ella como tratando de que nos uniéramos en un solo cuerpo. Cuando sus manos resbalaban en mi espalda por el sudor mientras me apretaba hacia ella y sus piernas rodeaban mi cadera y mis movimientos sobre ella eran deliciosamente rápidos y entre una mezcla de gemidos y un “Asiiiiii que ricoooooo” no aguante más ante tan extasiante placer y expulsé todo ese cálido líquido viscoso que le había tenido reservado por varios días, ella se seguía retorciendo del placer mientras que me presionaba hacia ella como intentando exprimirme hasta la última gota. La tomé por el rostro y le di un beso apasionado culminando así una sesión de placer que recuerdo especialmente porque fue con alguien que hasta hoy no he podido olvidar.

lunes, 15 de septiembre de 2014

En la oscuridad

"Nos vamos a la pausa y regresamos...", repetía la conductora de un programa de juegos en el que el objetivo principal era hacerle publicidad a los patrocinadores. Lo llamativo eran las cinco chicas operadas voluptuosas y extranjeras tipo modelos que bailaban al tum tum del reggaetón que se escuchaba de fondo, chicas que eran la razón por la cual veía ese programa publicitario, pues sus cortísimas faldas y ropa ajustada raramente pasaban desapercibida para la mayoría de hombres heterosexuales que las veían.

Ese programa era transmitido en aquella época aproximadamente a las 5 de la tarde. Esperaba que terminaran los anuncios para seguir viendo a los voluptuosos implantes de las chicas, cuando sonó mi teléfono, al contestar, era Laura, amiga de mi hermana, quién preguntó por ella diciéndome que estaba a una cuadra de la casa, y como en ese momento estaba solo, le dije que no estaba ella, pero que si gustaba esperarla con mucho gusto bajaba a abrirle, pues vivíamos en un segundo nivel. Ella contestó que sí y bajé a abrirle la puerta.

Le dije que si había hablado con mi hermana que seguramente no iba tardar en llegar. La hice pasar nos sentamos en la sala, le ofrecí un vaso de agua o un café y por el frío, prefirió café así que lo preparé. Al darse cuenta del programa que estaba viendo, me dijo que las chicas bailaban bien y que eran bonitas, a lo que yo respondí “Si, son bonitas, porque son extranjeras”, yo me reí y ella también y me dijo “¿Y porque ese desprecio hacia lo nacional?”, yo contesté que las malas experiencias lo marcan a uno de por vida, que yo nunca olvidaba sino me dejaba de importar. Así seguimos platicando y yo siempre insistiendo en que las culpables de las relaciones fallidas son las mujeres, yo sé que no es así, generalmente, pero ese tipo de plática en otras ocasiones me ha funcionado cuando he intentado hurgar bajo la ropa interior de alguna chica.

En esa platica estábamos cuando mi hermana llamó y dijo que se iba tardar mucho mas por un inconveniente que había tenido en el trabajo, Laura dijo que no había problema, que la esperaba. En ese momento no pasó por mi cabeza siquiera pensar que podía pasar algo entre Laura y yo, quien de cara y trasero no es muy agraciada, pero tiene unos senos como melones que sobresalían del resto de su figura femenina. Seguimos platicando y al dar las siete y centavos, le dije que si se quedaría más tiempo para tomarla en cuenta para la cena, la cual iba empezar a preparar, ella contestó que sí, que hasta que mi hermana llegara y me dijo, “¿Qué hacemos?” yo me le quedé viendo con una cara maliciosa esperando que la notara y le contesté “¿Pero, y si nos cachan?” ella se rió y me dijo con tono de cómplice “¡No, Yo digo para cenar!” y le contesté “Ahhhh, dije yo, que aventada me saliste jajá” ella se rió agachando la cabeza y viéndome girando la cabeza de un lado a otro, como negando mi actitud, pero siempre con esa sonrisa picaresca.

Como buen chapín, tenía los elementos necesarios para una clásica cena, así que fui a la refrigeradora, saqué huevos, frijol, plátanos, crema y empezamos a preparar todo. Mientras cocinábamos me preguntó a que me refería con las “malas experiencias” que había mencionado y con un tono un poco más serio le comenté lo que había pasado, mi ex novia me había engañado con su ex novio y que como cosa rara, me había enterado por las redes sociales, situación que me había afectado bastante emocionalmente porque cuando tengo una relación, la tengo en serio y pongo bastante de mi parte para que funcione, siempre y cuando exista un sentimiento fuerte. Me abrí bastante emocionalmente mientras le contaba todo y ella bastante atenta escuchando cada palabra que yo decía, al punto de preguntarme sobre detalles que yo trataba de obviar dado el tipo de situación. Una vez terminamos de preparar todo, llamamos a mi hermana para saber que tanto mas se tardaría y dijo que aún estaba verde con ese inconveniente y que la esperáramos un poco más. Tomando en cuenta que acabábamos de preparar todo, decidimos cenar dada la incertidumbre del tiempo de llegada de mi hermana.

Durante la cena ya me sentía más en confianza con ella, pero no quería contar más de esas experiencias que aunque estaban superadas, el recordar siempre tiene efectos secundarios así que le empecé a preguntar sobre su vida sentimental y respondió a la confianza que le empecé a tomar y también me empezó a contar cosas que según ella era información que no comentaba regularmente con nadie. Luego de terminar de cenar y de que me contara los pormenores de sus fallidas relaciones anteriores, le sugerí que viéramos una película, ella dijo que estaba bien y conociéndola un poco más, escogí una de drama llamada “A Little bit of heaven” y tomando en cuenta que ese tipo de películas no son de mis preferidas, pero esa particularmente me había gustado.

Caminamos a la sala, puse la película y nos sentamos a verla. Luego de varios minutos viendo la película y en la parte específica donde los protagonistas caminan en la noche y él le pregunta “¿De qué tienes miedo?” y ella responde “Tengo miedo de que la noche se vaya y no me beses…” luego de ese preciso momento, volteé a verla, ella estaba atenta a lo que pasaba y despacio y lentamente puse mi mano sobre la suya, ella al sentir mi mano solo me volteó a ver y respondió extendiendo la suya para que mis dedos se entrelazaran con los suyos, luego de su reacción me relajé un poco mas y empecé a acariciarle suavemente sus dedos, con los míos, ella respondió la caricia, y volteando lentamente, dirigí mi otra mano hacia su mejilla, me acerqué a ella y le di un tierno beso que duró como tres segundos. Al abrir los ojos luego de ese beso, le vi la cara tenía una sonrisa bastante tierna, así que le di otro un poco más largo al mismo tiempo que hacía un poco de presión en su mano con la mía. Ella respondió tomándome de la parte posterior de la cabeza halándome hacia ella, dándonos un beso mucho más intenso. Luego de varios besos con mucha más pasión, le empecé a acariciar la mano, y poco a poco me pasé de la mano a la pierna y lentamente hacia arriba, ella respondió poniendo su mano sobre la mía como guiando su recorrido y yo esperando que no lo detuviera.  Cuando los besos eran apasionados y mi mano estaba llegando a su entrepierna, ella me tomó la mano que casi llegaba a la gloria y yo creyendo que ahí quedaba todo, se levantó halándome de la mano y me preguntó “¿Cuál es tu cuarto?” yo con una sonrisa de victoria le señalé cual y caminó hacia él llevándome de la mano.

Entramos, divisó la cama, cerró la puerta, me hizo un gesto como dándome a entender que me dirigiera a la cama, se quitó la chumpa y apagó la luz. La poca luz que entraba era la de la calle, pero únicamente me dejaba ver su silueta. Se dirigió hacia mí, me empezó a besar y yo le di la libertad a mis manos para que hurgaran donde más les pareciera, la tomaba por las piernas, trasero, caderas, espalda, brazos y nuevamente cadera, como yo estaba sentado y ella agachada hacia mí, me daba libertad de tocarle las piernas y cadera a mis anchas, aunque sus senos, lo que más me gustaba, aún estaba por descubrirlos. Me quitó la playera, y yo hice lo mismo con su blusa, una vez sin blusa, se sentó en mis piernas mientras me besaba y eso me dio oportunidad de tocarle la espalda y trasero, que ya para esas alturas era bastante excitante, en esa posición me quedaba perfectamente quitarle el sostén para dejar libre a las dos amigas bastante atractivas con las que fue dotada. Una vez que lo hice, con una mano le empecé a acariciar los senos, caricia que aumentó mi excitación pues los tenía grandes y en su lugar. Ella sin dejar de besarme, me empezó a desabrochar el pantalón y una vez que lo consiguió, se paró, y me lo bajó con todo y bóxer, sintiendo en su cadera mi miembro bastante emocionado. Ella me acostó en la cama y besándome desde los labios hasta el cuello, el pecho y cerca del ombligo pensé que me iba hacer un riquísimo oral, pero en lugar de eso, siguió jugando con sus labios en todo el área circundante de mi pene sin llegar a tocarlo, solo roces que casi me hacían pedirle que se lo introdujera, pero decidí no decir nada.

Ella siguió con las caricias con sus labios, pero empezó a subir poco a poco hasta llegar a mis labios nuevamente, en esa posición, le desabroché el pantalón y con una mezcla de maromas entre manos y pies, se lo bajé hasta los tobillos, ella hizo su parte y se lo terminó de quitar. Tenía una tanguita que hasta hoy sigo asegurando era blanca, porque contrastaba bastante pero dada la poca luz no estoy completamente seguro. Ella se balanceaba sobre mí, rozando mi miembro con su entrepierna aún con la tanga puesta, siguió así por varios minutos hasta que al sentir la humedad de su entre pierna, hizo a un lado la tanga, se sentó sobre mi y lentamente se balanceaba buscando que la penetrara, y cuando lo consiguió esa sensación de calidez de su cavidad femenina era tan deliciosa y exquisita, y más porque al penetrarla se le escapó un “Mmmmmmm” un tanto extenso que aumentó mi excitación.

Ella se balanceaba de adelante hacia atrás, haciéndose escuchar ese sonido característico de la humedad de su entrepierna con la mía, escuchaba muy bien sus gemidos, pero no podía ver sus gestos, únicamente una silueta femenina con unos senos grandes que se movían al compás del vaivén de sus movimientos casi sincronizados son sus gemidos. Ella se apoyaba en mi pecho y yo le acariciaba esos hermosos senos con las manos y cada vez que lo hacía ella se movía más rápido y en cada penetración un gemido excitante. Así estuvo por varios minutos, luego simplemente giró ciento ochenta grados sobre ella misma y apoyándose en mis piernas se balanceaba de adelante hacia atrás, haciendo cada penetración más intensa, yo deseaba tener luz para poder apreciar el trasero que tenía, que aunque normalmente no era su atractivo, en esa posición seguramente hubiera sido excitante ver sus redondeces de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás mientras mi miembro se introduce una, otra y otra vez en su cavidad femenina. Yo sentía como por momentos se levantaba como en la posición de la vela y se seguía moviendo de arriba hacia abajo, lo cual me dejaba a merced esas caderas que en esa posición se marcaban muy bien con su redondo trasero así que la tomé fuerte por la cadera y subía y bajaba su cuerpo para que con cada penetración chocase con el mío, esa posición era exquisita, yo podía acariciar sus caderas, glúteos y piernas mientras ella seguía moviéndose de adelante hacia atrás dejando escuchar ese riquísimo sonido de humedad con cada penetración.

Luego de varios minutos en esa posición quise tomar el control y la tomé por la cadera, la hale hacia mi derecha y ella entendió que yo quería que se acostara en la cama, le tomé cada pierna con cada mano y buscando con mi pene su cueva de pecados, me balanceé sobre ella hasta encontrarla en la oscuridad, una vez que lo conseguí, comencé a penetrarla una, otra, otra, otra y otra vez, me recostaba sobre ella, con sus piernas en mis hombros y la seguía penetrando cada vez más fuerte y cada vez más profundo, pues esa posición lo permite, yo le tocaba esos enormes senos y a ella la excitaba eso mucho mas, cuando lo noté, se los acariciaba con la lengua mientras la penetraba y eso hacía que sus gemidos fueran más fuertes, así que la seguí penetrando al ritmo de mis gemidos, era una exquisitez casi orquestal, escuchar mis gemidos, los suyos, como mis muslos chocaban con sus glúteos y ese exquisito sonido de humedad de su cuerpo y el mío, era riquísimo imaginar que en esa oscuridad, esos sonidos de placer que a ella se le escapaban, yo los estaba provocando, era excitante imaginar la cara que ponía con cada gemido producto de cada penetración.

Luego decidí ponerla en mi posición favorita, de perrito. Me alejé tomándola de la cadera y halándola hacia mi izquierda, ella entendió el lenguaje corporal, se volteó y chocó sus ricas nalgas con mi entre pierna, yo la tomé por la cintura y balanceándome de arriba hacia abajo, dejé que mi pene se introdujera lentamente en su vagina y ella al sentirlo, dejó salir un gemido más extenso y más grave, una vez penetrada, empecé ese movimiento de adelante hacia atrás apoyándome en sus caderas, esta vez el sonido del choque de los cuerpos se escuchaba mas fuerte ya que todos los glúteos chocaban con mis muslos, ella se retorcía de placer, se apoyaba en sus codos, en sus manos, luego se dejaba caer en la cama, siempre con ese trasero ofreciéndomelo en bandeja de plata, el cual halaba hacia mí, haciendo que cada penetración se escuchara más fuerte, y mas, y mas y en una mezcla de sus gemidos con los míos, la tomaba cada vez más fuerte de la cadera, la halaba hacia mí, las embestidas eran cada vez mas rápidas ella al sentir que la intensidad aumentaba me dijo “termíname adentro” eso aumentó mucho mas mi excitación y en una embestida fuerte, dejé que esa exquisita sensación se apoderara de mi y expulsé toda mi masculinidad en ella, ella se retorcía de placer y se movía, se contorneaba y presionaba su trasero contra mí, como intentando exprimirme hasta la última gota y me dijo “Yo también me vine, que riiiiicoooo…”

Estuvimos todavía acostados varios minutos, hasta que ella de repente saltó diciendo “¡Tu hermana!” a mí en ese momento no me preocupó eso, estaba lo bastante relajado como para tomar con calma incluso una guerra nuclear. Me vestí con más tranquilidad que ella y regresamos a la sala, la película estaba en el menú principal pues ya había terminado. Le pregunté si quería terminar de verla y me dijo que si, la regresé hasta donde nos habíamos quedado, cuando sonó el teléfono de Laura, ella contestó y luego de unos segundos dijo “¿Y porque ya no vas a venir”?, al escuchar esto, ella me volteó a ver y a mí se me iluminó la cara con otra gran sonrisa picaresca, como la primera vez, pero esta vez esa risa parecía preguntar “¿Entonces qué hacemos?”.

  



sábado, 31 de mayo de 2014

Una Cerveza sin alcohol

“Ahí está! El tiburón!, Ahí está! El tiburón!, se la llevó el tiburón, el tiburón…” Sonaba en la alarma de mi celular aquel viernes por la mañana, tengo la extraña costumbre de escuchar canciones que me gustaron hace muchos años y que ahora ya nadie recuerda. Esa canción la puse intencionalmente como despertador, porque tenía la intención de salir de fiesta esa noche tomando como excusa el cumpleaños de Mario, un compañero de trabajo que no me caía muy bien, pero a Alejandra si, y como ella era mi “mejor amiga” del trabajo, pues tenía que aguantar al egocéntrico ese pues no había de otra.

Alejandra, a quien carimañosamente yo le llamaba Ale, era la clásica chica extrovertida del grupo, siempre me han llamado la atención ese tipo de chicas, pero dado el tiempo que llevaba de conocerla, sabía que no podía esperar mucho con ella, pues su tipo de vida “liberal” era poco llamativo para alguien que en aquel momento buscaba una relación estable. Físicamente era de cara alargada, pelo liso tirando a ondulado, castaño oscuro, usaba lentes, a veces con aros de distintos colores, tenía un trasero poco llamativo pero que se compensaba con sus senos bastante llamativos, en realidad no eran tan grandes, pero si lo suficientemente horizontales como para llamar la atención de cualquier heterosexual y de más de algún homosexual por cuestiones de envidia.

Luego de la rutina diaria antes del trabajo, aseo personal, agenda, cosas importantes, maletín y si daba tiempo algo para desayunar, salí del trabajo topándome con la rutina de siempre, buses, gente corriendo, cubriendo con sudor mañanero el perfume y la ducha recién dada, gente en su carro desesperada porque va tarde al trabajo y bocinándole al de adelante quien revisa sus papeles y no ha notado que el semáforo ya está en verde, la rutina de la mañana en una ciudad tan linda como injusta, en fin, solamente siendo una persona más entre todas las que corren.

Al llegar a la oficina seguía tarareando aquel viejo éxito noventero y mientras me preparaba para iniciar labores, Ale y los demás empezaron a comentar los planes para esa noche. Que si baile, que si pizza, que si tragos, que si fiesta privada, que si en la casa de fulano, que si en el carro de sultano, que si se llevaban a mengano, que no se llevaban a perencejo, un chirmol de opiniones y desacuerdos que es de imaginarse. El festejo por el tal Mario no me llamaba mucho la atención, era solo la gana de salir un viernes por la noche a bailar y alocarse un poco, sin ninguna expectativa de nada, pues con la Ale teníamos nuestra historia, pero todo quedó en una noche de copas que solo queda en el recuerdo, sobre todo en el mío.

Al final la decisión fue ir a la zona 9 y pues cada quien empezó a hacer sus grupitos, en realidad el tal Mario casi solo le caía bien a las chavas, motivo por el cual era cuestionada su orientación sexual, el caso es que íbamos como 12, y la mayoría de hombres iban por ver si sacaban algo, con las amigas de Mario, yo sin un objetivo claro, simplemente me iba a divertir. Al llegar al lugar mi sorpresa fue que eligieron un lugar cerca de unos bebederos famosos cerca de la 14 calle, y más sorprendido aún cuando noté que era un lugar con música suave, tranquilo, con más pinta de café de antaño, cosa que asesinó cruelmente mis ganas de bailar y pasarla bien, pues el lugar se miraba bastante aburrido. Hasta ese momento la canción pegadiza de proyecto uno se desvanecía y en su lugar estaba un rústico y horrible intento de Balada de RBD.

Decidido a que la noche iba ser una decepción, pedí una cuba libre e intenté adherirme al grupo lo suficiente para intentar aprovechar lo poco rescatable pero lo menos posible para no ser el aburrido del grupo.

Luego de hora y media en el lugar y tres cubas libres, ya estaba totalmente resignado a que la fiesta que imaginé al levantarme esa mañana iba terminar siendo todo lo contrario. Todo cambió cuando varios compañeros usando sus habilidades seductoras se perdieron con otras compañeras, dejándonos a Ale, su mejor amiga, Mario y a mí con una horrible envidia de haberme perdido viendo lencería femenina cuando fue la repartición de esas habilidades seductoras intracoitales. Al dejarnos a los cuatro, pensando en que precisamente todo iba acabar ahí, decidí aprovechar el poco tiempo que tenía y después de ir al baño, pasé a la barra ordenando una cerveza baltika 9, porque tiene más alcohol. En eso estaba, cuando la vi. Lo recuerdo casi en cámara lenta, pelo castaño rojizo ondulado, labios de fuego, ojos negros, tez clara, pantalón de lona azul ajustado, blusa de hombros descubiertos, tacones semi altos, estaba llenita, pero tenía un no sé qué, que invitaba a admirarla más de una vez. Seguía observándola cuando vi a Ale acercándose a ella y saludarla, sin pensarlo más de una vez, me acerqué a ellas y cuando Ale me vio venir, me la presentó “Te presento a Rosy, compañera del colegio, Rosy, un compañero del trabajo.”. Yo la saludé e intenté hacer conversación sin percatarme de que Ale ni siquiera me presentó por mi nombre.

Luego de mi fallido intento de conversación, me fui derrotado hacia la mesa nuevamente y Ale se quedó con Rosy platicando por largo rato. Luego de que el mesero me llevara la cerveza que había dejado por conocer a la pelirojicastaña, Ale se fue a sentar a la mesa y tratando de ocultar mi interés, le pregunté por Rosy, contestó que venía con unos amigos y que no se sentía bien, pues recientemente había tenido una decepción amorosa, para resumir, líos de pantalones.

Seguimos platicando y aguantando el fuerte sabor de la Baltika 9, sabor que resistía debido a las ganas de embriagarme, luego de aproximadamente 15 minutos, se acercaron a nuestra mesa Rosy y sus amigos, se despidieron entre ellos, y ¡Oh sorpresa! Ella se sentó en nuestra mesa. Cuando se acercó el mesero, yo pedí otra cerveza, Ale pidió un mojito cubano y Rosy una cerveza sin alcohol. Estaba emocionado de que Rosy se sentara en nuestra mesa que ni siquiera cuestioné las razones por las que alguien pediría cerveza sin alcohol. Luego de varios minutos de ver a Rosy platicando con Ale sin tener oportunidad de introducirme en la plática, pude hacerlo cuando necesitaron opinión masculina de algunas actitudes estereotipadas de todos los hombres. Y si, el tema era ese, las mentiras. Entre varios argumentos mi argumento más contundente y memorable, aparte de robado a Dr. House, fue: Las mujeres son auditivas y los hombres son visuales, por eso las mujeres se pintan y los hombres mienten. Ale y Rosy se miraban entre sí, sin pronunciar palabras por un par de  segundos, pues por sí misma, la frase es bastante cierta. Seguimos platicando luego de mi entrada a la conversación y se hablaba de amores, desamores, siempre en términos generales, pues Rosy prácticamente no me conocía y no podía ser tan específica, conversación que se fue personalizando y especificando cuando sonó el teléfono de Ale y salió a hablar, pues me quedé platicando con Rosy, mientras que los demás de la mesa también andaban en su rollo.

Luego de varios minutos platicando y con las cervezas aumentando, Rosy se puso más sensible, cosa que me extrañó, ya que sus cervezas eran sin alcohol, pero supongo que de tanto recordar se estaba poniendo ebria de sentimiento. Cuando la música en el lugar estaba más tropical, invité a Rosy a bailar, quien sin ningún reparo acepto inmediatamente. Bailamos por varios minutos, mientras esperaba y deseaba música más relajada para bailar pegado. Durante el baile ya la conversación era más personal entre ella y yo, más que la situación sentimental que atravesaba en ese momento. En varias ocasiones nos mirábamos fijamente sin pronunciar palabras, era una especie de atracción mutua que me llamó poderosamente la atención, pues no me había pasado algo así antes. Nos sentamos en la mesa nuevamente con Ale y la plática ya mucho más amena y relajada, como si Rosy no tuviera absolutamente nada. La interacción entre ella y yo cada vez mejoraba. Salí unos minutos para fumar, y estando afuera, Rosy me acompañó, le pregunté si fumaba y me dijo que si, le di un cigarro y seguimos platicando y bromeando. Como yo había empezado a fumar antes, me terminé el cigarro antes que ella y entré solo a traer mi cerveza, volví a salir para estar con ella. Yo me recosté en una pared y seguíamos platicando, con una cerveza en la mano, y en la otra unas ganas enormes de tomarla por la cintura, pero pensé que no iba ser tan fácil, el alcohol y lo mucho que me atraía me hicieron animarme y la tomé de la cintura, la halé hacia mí y le di un beso suave de esos que duran tres segundos. Ella no dijo absolutamente nada, pero me quitó la cerveza, le pegó dos tragos y luego me besó, pero esta vez con bastante pasión, como si fuera un ex novio del que siempre estuvo enamorada y que volvía a ver. Dejé la cerveza en la pestaña de una ventana y ya con las dos manos libres la tomé por la cintura y luego del rostro, acariciando con mi dedo pulgar su mejilla y pómulos. Luego un par de minutos besándonos con más pasión, vio hacia adentro sobre mi hombro izquierdo y cuando vio que todos estaban adentro pasándola bien. Me tomó de la mano y me guió hasta su carro.

Una vez en el carro, seguimos la pasión que dejamos pausada en el lapso de llegada hacia el carro, la besaba, bajaba a su cuello, a sus pechos aún cubiertos por la blusa, que permitía besar más un pecho que el otro, pues la blusa era de un hombro destapado. Poco a poco le quité la blusa, dejando caer su pelo ondulado en sus pechos, ella me besaba y cada vez que me acercaba con mis labios a sus pechos, rosando casi los pezones, se le escapaban algunos gemidos, eso me excitó lo suficiente para quitarle todo lo que traía sobre la cintura y dejarle solo ese pantalón azul ajustado. Le besaba los pezones, con la lengua jugueteaba con ellos, mientras deslizaba una mano desde su mejilla, barbilla, cuello, hombros y espalda, hasta tocarle sobre el pantalón ajustado ese trasero que durante el baile me tenía loco. Ella me quitó la camisa a cuadros que tenía, mientras me tocaba los hombros, los brazos, el pecho y poco a poco bajó hasta que una hebilla la detuvo, con bastante agilidad y con una mano me quitó el cincho y desabrochó el pantalón, mientras me besaba y con la otra mano me tomaba por la cabeza. La incomodidad de la parte de atrás del carro hizo que le ayudara a quitarme el pantalón mientras con su pierna me acariciaba la entrepierna. Yo le desabroché el pantalón, y como ella estaba sobre mí, fue un poco más fácil quitárselo y dejar ver esa tanguita blanca que contrastaba con la oscuridad del carro. Seguimos besándonos y acariciándonos y ella me bajó el bóxer lo suficiente para que tuviera la libertad de tocarme el miembro ya bastante animado. Sentí la calidez de su mano y ella la humedad que yo ya tenía, posicionó su entre pierna en la mía, con una mano se hizo a un lado la tanga y con la otra dirigía mi miembro hacia su cavidad femenina también ya bastante húmeda.

Ese primer contacto fue delicioso, pues chocaron nuestras humedades dejando sentir esa deliciosa sensación mientras mi miembro irrumpía en su cavidad, momento en el que se le escapaba un “diooos!” y a mí un “Mmmmmhhh”, al sentir esa calidez estando dentro de ella. Se comenzó a mover de adelante hacia atrás, mientras yo la tomaba por la cintura, cada movimiento hacia adelante era una penetración con un “Mmmmhhhh” de mi parte incluido, pues en realidad se movía muy rico y me tomaba de los hombros, de la cabeza y del sillón donde yo estaba. Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos y los gemidos de ella más fuertes, a mi me excitaba la sensación de que nos pudieran capturar infraganti, pues sus gemidos en ocasiones eran lo suficientemente fuertes como para ser escuchados por alguien que pase cerca.

Empezamos a sudar y nuestros jugos se mezclaban con nuestro sudor, ella me tomaba de los hombros, me abrazaba, cerraba los ojos, al tiempo que se movía de adelanta para atrás, en círculos, una, otra y otra vez. Yo tomándola por la cintura y con lenguaje corporal le di a entender que se volteara, lo hizo y siempre tomándola de la cintura, la halaba y empujaba hacia adelante y atrás, ésta vez la penetración era cuando ella de espaldas se acercaba a mí. Ella movía la cabeza y por el retrovisor veía que tenía cerrados los ojos, y cada vez que la tomaba fuerte de la cintura y la penetraba más fuerte, abría la boca y se acariciaba los labios con la lengua. Era delicioso sentir sus glúteos sobre mí, y esa fina espalda que se perdía en su ondulado cabello. Por varios minutos estuvimos en esa deliciosa posición, pero como que su preferida era la anterior, porque se dio vuelta y regresamos a la otra, frente a frente sentada sobre mí. Se empezó a mover más rápido, ésta vez combinando movimientos de adelante hacia atrás y de arriba hacia abajo. Cuando se movía de arriba hacia abajo se escuchaba ese “splash” de dos cuerpos húmedos chocando, sonido que me excitaba de sobre manera. Ella ya bastante excitada y dejando salir libremente los gemidos me preguntaba “Papito, te gusta?” Yo respondía con un “Mnnnhhh que rico” y la tomaba más fuerte de la cintura le tomaba con más fuerza esos glúteos y los halaba hacia mí. Ella notó que cada vez que me hablaba yo la penetraba con más fuerza y se me escapaban gemidos, preguntaba “Te gusta así? Te gusto? Te lo hago rico?” Yo respondía con gemidos cada vez más fuertes y seguidos, pues la tomaba con fuerza por la cintura mientras con la lengua le besaba los pechos y jugueteaba con sus pezones. Ella gemía cada vez más rápido de movía de arriba hacia abajo, se escuchaba mas el sonido de la humedad de nuestros cuerpos chocando, la abracé fuerte, la penetraba fuerte, los dos gemíamos de placer, cada vez más rico y movimientos mas rápidos hasta que no aguante y expulsé ese líquido cálido estando dentro de ella con un gemido más largo. Ella dejó salir varios gemidos más largos que los anteriores y dándome un beso me dijo “Mmmhhh deliciosooooo”. Estuvimos desnudos por un par de minutos más casi sin percatarnos que probablemente afuera nos estaban esperando.

Nos vestimos, salimos estuvimos afuera un rato para no llegar acalorados y no mencionamos absolutamente nada de lo sucedido. Al entrar Ale se me quedó viendo con una mirada y risa picaresca pero no comentó absolutamente nada. Seguimos platicando como si nada hubiera pasado, luego de varios minutos y una cerveza mas, nos despedimos todos, cada quien se fue y yo me quedé con ganas de ver de nuevo a la chica de labios de fuego que hasta hoy no he vuelto a ver...




martes, 1 de abril de 2014

En el recreo.

Faltaban casi 2 meses para graduarnos de diversificado, muchos ya aburridos de tener que ir a clases y otros con las expectativas que traería ir a la universidad. Algunos y en éstos me incluyo yo, pensando en hacer alguna travesurilla para trascender o por lo menos para recordar mas gratamente los momentos del instituto, como hacerle una broma pesada a un profesor, al director, reventarle los labios a quien siempre me cayó mal, robarle un beso a la chava mas chula enfrente de todos o tronarle el trasero a la maestra mas buena del instituto, pero esto último era muy poco probable, sobre todo por el poco tiempo que faltaba de instituto y pues la seducción a alguien que representa autoridad su tiempo su tiempo.

En aquella época las opciones eran muchas, pero la limitante de una relación oficial con mi novia era bastante grande, aunque varias aunque muy lejos de llegarse a realizar, no dejaban dar vueltas por mi cabeza en forma de fantasía.

Cierto día, como cualquier otro, al salir al recreo, fui con mi novia a la tienda a comprar algo para refaccionar, luego nos sentamos en unas gradas y ahí platicamos mientras refaccionábamos, con ella me llevaba bien, era delgada, de carita redonda, pelo cortito y ojos grandes, no estaba muy dotada casi de ningún lugar, pero para mí, su forma de ser compensaba todo lo que físicamente le faltaba. Estábamos sentados platicando, mientras todo mundo en lo suyo, unos jugando, otros corriendo, sentados, hablando, riéndose, como cualquier recreo en un instituto público.

La tomé de la mano y la halé hacia mí, caminamos abrazados, platicando y tratando de disfrutar esa media hora que teníamos de recreo. Caminamos por varios lugares hasta una de las esquinas del patio, esquina que estaba un poco escondida, pues ese era el callejón donde doña Luva, la señora de la limpieza guardaba sus herramientas de trabajo. Al llegar a la esquina, halé a mi novia hacia una parte poco visible de patio central y la empecé a besar, al principio como con ternura, pero con el paso de los segundos, esa ternura se iba convirtiendo en pasión, poco a poco mis manos se empezaron a sentir libres de tocar sobre la blusa sus pequeños pechos y con la agilidad de situaciones parecidas anteriores, le quité los dos botones superiores de la camisa, introducía mi mano en su blusa y sentí su piel blanda, tersa y fina, mis dedos como dedos en la oscuridad buscando un interruptor, buscaban sus pezones que a esas alturas tenían cierta rigidez que me excitaba poder mordisquear, pero para mí infortunio, ese no era el lugar adecuado.

Ella me besaba con la misma intensidad, tocándome los brazos, el cuello, el pecho, la espalda y yo, una vez explorado el área superior, empecé a bajar buscando hurgar bajo su falda, objetivo cumplido cuando al momento de tocar sus piernas y mientras subía lentamente buscando sus glúteos. Estaba por llegar a sus glúteos, cuando el ruido de una vieja canaleta tirada a un lado de la pared, impulsada por un paso en falso del director anunció su llegada, inmediatamente la solté y me alejé un par de centímetros, pero su mano haciendo las funciones de los botones que hacía un par de minutos había quitado nos delataron. El director se nos quedó viendo y dijo “A mi oficina.” A diferencia de mi, ella no era de las chicas que daban problema, así que se asustó un poco, yo con cierta experiencia al respecto, traté de calmarla explicándole cual iba ser el proceso, una charla, un par de advertencias y cada quien a su salón.

Efectivamente estaba en lo correcto. Caminamos hacia su oficina al momento que sonaba el timbre que anunciaba la finalización del recreo. Como en cualquier instituto, nos dio la típica charla de embarazos no deseados, niños abandonados, padres irresponsables, sueños que se truncan por tener hijos, ese tipo de cosas. Me gustó que mas que dirigirse a mí, se dirigía a ella, como si yo ya no tuviera arreglo, pero ella como generalmente estaba tranquila, daba la impresión que era yo quien la estaba “perdiendo”, pero siendo mi novia desde hace poco más de un año, obviamente sabía cosas de ella y que había hecho con ella, que el director no tenía ni idea. Ella un poco avergonzada y cabizbaja, pues las cosas que habíamos hecho, era entre nosotros y no nos habían agarrado en infraganti antes.

Luego de la plática, nos dio dos pases de dirección, pases que servían para que los profesores en los salones supieran que estábamos en la dirección y no vagando en el instituto cuando llegáramos tarde al salón. Al revisar el pase, noté que no tenía fecha ni hora, simplemente un párrafo y la firma del director. Esa falta de hora, en mi cabeza, rápidamente se convirtió en un “Podemos llegar más tarde” pues no se iban a enterar cuanto tiempo estuvimos en la dirección. Al salir de la dirección caminamos despacio, yo riéndome por la gracia de la situación y ella al verme también se rió y caminamos despacio hacia los salones de clase.

Al notar que para llegar al salón íbamos a pasar cerca del callejón donde minutos antes casi nos atrapan con las manos en la piel, se me ocurrió hacer la última travesura del instituto y usando mi fantasía como base, cambiando a la profesora mas buena, por mi novia, que no era igual, pero la quería bastante y siempre me había gustado como se movía en la cama, en el sillón, en la toalla y en los diferentes objetos que nos habían servido de colchón en ocasiones anteriores, así que la halé hacia ese callejoncito, ella se me quedó viendo y desconcertada preguntaba a que era lo que yo hacía, yo riéndome no le contesté y la seguía guiando. Afortunadamente la bodega de la limpieza estaba abierta y entramos ahí. Dadas las condiciones de un instituto público, esa bodega no tenía chapa, solo una cerradura para candado que se podía cerrar desde dentro y desde fuera.

En ese momento ignoré el hecho de pensar para que serviría una cerradura interna en una bodega y al entrar, cerré la puerta, la presioné contra la misma puerta la empecé a besar ella al inicio desconcertada, pero un par de segundos y la idea también le empezó a gustar, así que parecía que decidió seguir lo que interrumpió el director con su torpe caminar. Me tomaba del pelo, del cuello, me halaba hacia ella y me acariciaba el antebrazo, que para ese momento ya estaba inspeccionando su ropa interior inferior. Se sentía una tanguita delgada, y flexible, era flexible, porque no opuso ninguna resistencia a que mi mano se metiera debajo de ella para sentir y tocar su trasero tan deseado desde hace varios minutos. Poco a poco pasé mi mano de atrás hacia adelante hasta sentir sus ya húmedos labios y tomando en cuenta que no tenía mucho tiempo, empecé a besarla con más intensidad, otra vez mi mano derecha hizo su trabajo desabrochando los botones de la camisa, pero ésta vez, fueron todos, dejando al descubierto su sostén blanco pequeños pero ajustados y bastante atractivos. La besaba de los labios, a las mejillas, el cuello, subía por su oreja, sabiendo que el sonido de mi respiración la excitaba aún mas, bajaba de nuevo al cuello, al pecho y bajado el sostén empecé a lamer esos pequeños pero exquisitos senos de diecisiete añera, besándolos y haciendo un perfecto trío entre labios pezón y lengua.

Ella se movía y se contorsionaba por la excitación, metí mi mano en sus labios inferiores y con un dedo suavemente mientras la besaba, lo introducía con delicadeza en su cavidad femenina o su gatito, como cariñosamente le llamaba. Le besaba los pezones al mismo tiempo que mis dedos hacían su trabajo en sus labios. Al sentirse lo suficientemente excitada, se bajó el calzoncito, se dio vuelta, me ofreció en bandeja de plata esa colita, me tomó de la mano y me haló hacia ella, y pues yo ya bastante excitado terminé de bajarme el pantalón y lo demás, siendo lo más discreto posible me puse un condón, pues ese instante a veces le resta excitación al momento. Una vez preparado, me agaché tomando mi miembro y pasándolo en su cavidad como buscando la puerta de entrada a los placeres más exquisitos de su suave cuerpo. Ella estaba tan excitada que era ella que haciendo diminutos sentones, buscaba mi miembro con su colita hasta que por fin lo encontró y fue riquísimo sentir como mi miembro se deslizaba entre su cavidad femenina.
La tomé por la cadera al tiempo que me movía de adelante hacia atrás, haciendo un perfecto vaivén entre mis muslos y sus delgados glúteos, me encanta ese sonido que emite la humedad de dos cuerpos chocando, pero dada la situación trataba de no hacerlo pues como dice la canción, los pujidos nos pueden delatar. Ella se tomaba del pelo, se apoyaba en mi mano, mientras yo la seguía penetrando una, otra, otra y otra vez, sus gemidos eran muy suaves, imagino que los intentaba evitar, pues en otras ocasiones eran más fuertes, lo que no podía evitar era mantener una respiración tranquila, pues se escuchaba agitada, casi al compás de cada penetración. Afortunadamente a la par de nosotros había una silla, la abracé mientras mi pene seguía dentro de ella, la tomé de la cintura la giré hacia la silla para que se apoyara y la seguí penetrando intentando una posición de perrito, pero parados. Ella se movía, se retorcía y se escuchaba casi solo su respiración y un poco los rechinidos de la silla que soportaba el peso de ella en sus espaldas.

Los movimientos se hacían más rápidos y se me hacía más difícil evitar el sonido del choque de su cuerpo con el mío y pues aparte de que se escuchaba delicioso, la rapidez con la que lo hacía me dificultaba evitar el sonido y calcular la penetración hasta antes de que los cuerpos chocaran.  En ese momento me hubiera encantado un colchón y lo que fuera para acostarla y seguir penetrándola estando yo sobre ella y ella boca abajo, pues esa posición me encantaba y como era flaquita, era muy excitante sentir sus nalgas en mis muslos y tomarla de los hombros o los brazos. La halé hacia mí, tocando su espalda con mi pecho y besándole el cuello y las orejas le tocaba los senos ya húmedos por el sudor. Cuando la penetración se hacía más intensa, era ella quien inclinada contra mí, hacía chocar sus glúteos con mis muslos y me tomaba de las manos para acariciarle la cintura y la espalda, la penetración se hacía más rápida y ella sabía que faltaba poco para que terminara. Cuando sintió que la tomé por la cintura mas fuerte supo que era el momento y tratando de chocar mas su trasero hacia mí, se le escaparon unos gemidos más fuertes de lo normal, yo halándola por la cintura hacia mí, descargué la masculinidad que tenía guardada para ella y ella se seguía moviendo haciendo presión de su trasero con mi miembro y con esa mezcla de  sus gemidos con los míos tan deliciosos que casi gritan “¡Demonios! ¡Qué rico!”.

Ya de regreso de ese viaje tan placentero, nos vestimos, salimos de la bodega, un poco preocupados, pues no nos importó el tiempo y salimos despacio viendo que nadie nos viera. Al entrar a los salones con los respectivos pases, nos dimos cuenta que nos tardamos casi el período completo que sigue después del recreo.


Al final no pude cumplir mi fantasía de tronarme a la profesora mas buena, ni hacerle una broma pesada al director, ni robarle un beso a la más bonita, pero me quedé con la satisfacción de que tuve una placentera sesión de sexo con mi novia a la hora de clase en el instituto.