lunes, 15 de septiembre de 2014

En la oscuridad

"Nos vamos a la pausa y regresamos...", repetía la conductora de un programa de juegos en el que el objetivo principal era hacerle publicidad a los patrocinadores. Lo llamativo eran las cinco chicas operadas voluptuosas y extranjeras tipo modelos que bailaban al tum tum del reggaetón que se escuchaba de fondo, chicas que eran la razón por la cual veía ese programa publicitario, pues sus cortísimas faldas y ropa ajustada raramente pasaban desapercibida para la mayoría de hombres heterosexuales que las veían.

Ese programa era transmitido en aquella época aproximadamente a las 5 de la tarde. Esperaba que terminaran los anuncios para seguir viendo a los voluptuosos implantes de las chicas, cuando sonó mi teléfono, al contestar, era Laura, amiga de mi hermana, quién preguntó por ella diciéndome que estaba a una cuadra de la casa, y como en ese momento estaba solo, le dije que no estaba ella, pero que si gustaba esperarla con mucho gusto bajaba a abrirle, pues vivíamos en un segundo nivel. Ella contestó que sí y bajé a abrirle la puerta.

Le dije que si había hablado con mi hermana que seguramente no iba tardar en llegar. La hice pasar nos sentamos en la sala, le ofrecí un vaso de agua o un café y por el frío, prefirió café así que lo preparé. Al darse cuenta del programa que estaba viendo, me dijo que las chicas bailaban bien y que eran bonitas, a lo que yo respondí “Si, son bonitas, porque son extranjeras”, yo me reí y ella también y me dijo “¿Y porque ese desprecio hacia lo nacional?”, yo contesté que las malas experiencias lo marcan a uno de por vida, que yo nunca olvidaba sino me dejaba de importar. Así seguimos platicando y yo siempre insistiendo en que las culpables de las relaciones fallidas son las mujeres, yo sé que no es así, generalmente, pero ese tipo de plática en otras ocasiones me ha funcionado cuando he intentado hurgar bajo la ropa interior de alguna chica.

En esa platica estábamos cuando mi hermana llamó y dijo que se iba tardar mucho mas por un inconveniente que había tenido en el trabajo, Laura dijo que no había problema, que la esperaba. En ese momento no pasó por mi cabeza siquiera pensar que podía pasar algo entre Laura y yo, quien de cara y trasero no es muy agraciada, pero tiene unos senos como melones que sobresalían del resto de su figura femenina. Seguimos platicando y al dar las siete y centavos, le dije que si se quedaría más tiempo para tomarla en cuenta para la cena, la cual iba empezar a preparar, ella contestó que sí, que hasta que mi hermana llegara y me dijo, “¿Qué hacemos?” yo me le quedé viendo con una cara maliciosa esperando que la notara y le contesté “¿Pero, y si nos cachan?” ella se rió y me dijo con tono de cómplice “¡No, Yo digo para cenar!” y le contesté “Ahhhh, dije yo, que aventada me saliste jajá” ella se rió agachando la cabeza y viéndome girando la cabeza de un lado a otro, como negando mi actitud, pero siempre con esa sonrisa picaresca.

Como buen chapín, tenía los elementos necesarios para una clásica cena, así que fui a la refrigeradora, saqué huevos, frijol, plátanos, crema y empezamos a preparar todo. Mientras cocinábamos me preguntó a que me refería con las “malas experiencias” que había mencionado y con un tono un poco más serio le comenté lo que había pasado, mi ex novia me había engañado con su ex novio y que como cosa rara, me había enterado por las redes sociales, situación que me había afectado bastante emocionalmente porque cuando tengo una relación, la tengo en serio y pongo bastante de mi parte para que funcione, siempre y cuando exista un sentimiento fuerte. Me abrí bastante emocionalmente mientras le contaba todo y ella bastante atenta escuchando cada palabra que yo decía, al punto de preguntarme sobre detalles que yo trataba de obviar dado el tipo de situación. Una vez terminamos de preparar todo, llamamos a mi hermana para saber que tanto mas se tardaría y dijo que aún estaba verde con ese inconveniente y que la esperáramos un poco más. Tomando en cuenta que acabábamos de preparar todo, decidimos cenar dada la incertidumbre del tiempo de llegada de mi hermana.

Durante la cena ya me sentía más en confianza con ella, pero no quería contar más de esas experiencias que aunque estaban superadas, el recordar siempre tiene efectos secundarios así que le empecé a preguntar sobre su vida sentimental y respondió a la confianza que le empecé a tomar y también me empezó a contar cosas que según ella era información que no comentaba regularmente con nadie. Luego de terminar de cenar y de que me contara los pormenores de sus fallidas relaciones anteriores, le sugerí que viéramos una película, ella dijo que estaba bien y conociéndola un poco más, escogí una de drama llamada “A Little bit of heaven” y tomando en cuenta que ese tipo de películas no son de mis preferidas, pero esa particularmente me había gustado.

Caminamos a la sala, puse la película y nos sentamos a verla. Luego de varios minutos viendo la película y en la parte específica donde los protagonistas caminan en la noche y él le pregunta “¿De qué tienes miedo?” y ella responde “Tengo miedo de que la noche se vaya y no me beses…” luego de ese preciso momento, volteé a verla, ella estaba atenta a lo que pasaba y despacio y lentamente puse mi mano sobre la suya, ella al sentir mi mano solo me volteó a ver y respondió extendiendo la suya para que mis dedos se entrelazaran con los suyos, luego de su reacción me relajé un poco mas y empecé a acariciarle suavemente sus dedos, con los míos, ella respondió la caricia, y volteando lentamente, dirigí mi otra mano hacia su mejilla, me acerqué a ella y le di un tierno beso que duró como tres segundos. Al abrir los ojos luego de ese beso, le vi la cara tenía una sonrisa bastante tierna, así que le di otro un poco más largo al mismo tiempo que hacía un poco de presión en su mano con la mía. Ella respondió tomándome de la parte posterior de la cabeza halándome hacia ella, dándonos un beso mucho más intenso. Luego de varios besos con mucha más pasión, le empecé a acariciar la mano, y poco a poco me pasé de la mano a la pierna y lentamente hacia arriba, ella respondió poniendo su mano sobre la mía como guiando su recorrido y yo esperando que no lo detuviera.  Cuando los besos eran apasionados y mi mano estaba llegando a su entrepierna, ella me tomó la mano que casi llegaba a la gloria y yo creyendo que ahí quedaba todo, se levantó halándome de la mano y me preguntó “¿Cuál es tu cuarto?” yo con una sonrisa de victoria le señalé cual y caminó hacia él llevándome de la mano.

Entramos, divisó la cama, cerró la puerta, me hizo un gesto como dándome a entender que me dirigiera a la cama, se quitó la chumpa y apagó la luz. La poca luz que entraba era la de la calle, pero únicamente me dejaba ver su silueta. Se dirigió hacia mí, me empezó a besar y yo le di la libertad a mis manos para que hurgaran donde más les pareciera, la tomaba por las piernas, trasero, caderas, espalda, brazos y nuevamente cadera, como yo estaba sentado y ella agachada hacia mí, me daba libertad de tocarle las piernas y cadera a mis anchas, aunque sus senos, lo que más me gustaba, aún estaba por descubrirlos. Me quitó la playera, y yo hice lo mismo con su blusa, una vez sin blusa, se sentó en mis piernas mientras me besaba y eso me dio oportunidad de tocarle la espalda y trasero, que ya para esas alturas era bastante excitante, en esa posición me quedaba perfectamente quitarle el sostén para dejar libre a las dos amigas bastante atractivas con las que fue dotada. Una vez que lo hice, con una mano le empecé a acariciar los senos, caricia que aumentó mi excitación pues los tenía grandes y en su lugar. Ella sin dejar de besarme, me empezó a desabrochar el pantalón y una vez que lo consiguió, se paró, y me lo bajó con todo y bóxer, sintiendo en su cadera mi miembro bastante emocionado. Ella me acostó en la cama y besándome desde los labios hasta el cuello, el pecho y cerca del ombligo pensé que me iba hacer un riquísimo oral, pero en lugar de eso, siguió jugando con sus labios en todo el área circundante de mi pene sin llegar a tocarlo, solo roces que casi me hacían pedirle que se lo introdujera, pero decidí no decir nada.

Ella siguió con las caricias con sus labios, pero empezó a subir poco a poco hasta llegar a mis labios nuevamente, en esa posición, le desabroché el pantalón y con una mezcla de maromas entre manos y pies, se lo bajé hasta los tobillos, ella hizo su parte y se lo terminó de quitar. Tenía una tanguita que hasta hoy sigo asegurando era blanca, porque contrastaba bastante pero dada la poca luz no estoy completamente seguro. Ella se balanceaba sobre mí, rozando mi miembro con su entrepierna aún con la tanga puesta, siguió así por varios minutos hasta que al sentir la humedad de su entre pierna, hizo a un lado la tanga, se sentó sobre mi y lentamente se balanceaba buscando que la penetrara, y cuando lo consiguió esa sensación de calidez de su cavidad femenina era tan deliciosa y exquisita, y más porque al penetrarla se le escapó un “Mmmmmmm” un tanto extenso que aumentó mi excitación.

Ella se balanceaba de adelante hacia atrás, haciéndose escuchar ese sonido característico de la humedad de su entrepierna con la mía, escuchaba muy bien sus gemidos, pero no podía ver sus gestos, únicamente una silueta femenina con unos senos grandes que se movían al compás del vaivén de sus movimientos casi sincronizados son sus gemidos. Ella se apoyaba en mi pecho y yo le acariciaba esos hermosos senos con las manos y cada vez que lo hacía ella se movía más rápido y en cada penetración un gemido excitante. Así estuvo por varios minutos, luego simplemente giró ciento ochenta grados sobre ella misma y apoyándose en mis piernas se balanceaba de adelante hacia atrás, haciendo cada penetración más intensa, yo deseaba tener luz para poder apreciar el trasero que tenía, que aunque normalmente no era su atractivo, en esa posición seguramente hubiera sido excitante ver sus redondeces de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás mientras mi miembro se introduce una, otra y otra vez en su cavidad femenina. Yo sentía como por momentos se levantaba como en la posición de la vela y se seguía moviendo de arriba hacia abajo, lo cual me dejaba a merced esas caderas que en esa posición se marcaban muy bien con su redondo trasero así que la tomé fuerte por la cadera y subía y bajaba su cuerpo para que con cada penetración chocase con el mío, esa posición era exquisita, yo podía acariciar sus caderas, glúteos y piernas mientras ella seguía moviéndose de adelante hacia atrás dejando escuchar ese riquísimo sonido de humedad con cada penetración.

Luego de varios minutos en esa posición quise tomar el control y la tomé por la cadera, la hale hacia mi derecha y ella entendió que yo quería que se acostara en la cama, le tomé cada pierna con cada mano y buscando con mi pene su cueva de pecados, me balanceé sobre ella hasta encontrarla en la oscuridad, una vez que lo conseguí, comencé a penetrarla una, otra, otra, otra y otra vez, me recostaba sobre ella, con sus piernas en mis hombros y la seguía penetrando cada vez más fuerte y cada vez más profundo, pues esa posición lo permite, yo le tocaba esos enormes senos y a ella la excitaba eso mucho mas, cuando lo noté, se los acariciaba con la lengua mientras la penetraba y eso hacía que sus gemidos fueran más fuertes, así que la seguí penetrando al ritmo de mis gemidos, era una exquisitez casi orquestal, escuchar mis gemidos, los suyos, como mis muslos chocaban con sus glúteos y ese exquisito sonido de humedad de su cuerpo y el mío, era riquísimo imaginar que en esa oscuridad, esos sonidos de placer que a ella se le escapaban, yo los estaba provocando, era excitante imaginar la cara que ponía con cada gemido producto de cada penetración.

Luego decidí ponerla en mi posición favorita, de perrito. Me alejé tomándola de la cadera y halándola hacia mi izquierda, ella entendió el lenguaje corporal, se volteó y chocó sus ricas nalgas con mi entre pierna, yo la tomé por la cintura y balanceándome de arriba hacia abajo, dejé que mi pene se introdujera lentamente en su vagina y ella al sentirlo, dejó salir un gemido más extenso y más grave, una vez penetrada, empecé ese movimiento de adelante hacia atrás apoyándome en sus caderas, esta vez el sonido del choque de los cuerpos se escuchaba mas fuerte ya que todos los glúteos chocaban con mis muslos, ella se retorcía de placer, se apoyaba en sus codos, en sus manos, luego se dejaba caer en la cama, siempre con ese trasero ofreciéndomelo en bandeja de plata, el cual halaba hacia mí, haciendo que cada penetración se escuchara más fuerte, y mas, y mas y en una mezcla de sus gemidos con los míos, la tomaba cada vez más fuerte de la cadera, la halaba hacia mí, las embestidas eran cada vez mas rápidas ella al sentir que la intensidad aumentaba me dijo “termíname adentro” eso aumentó mucho mas mi excitación y en una embestida fuerte, dejé que esa exquisita sensación se apoderara de mi y expulsé toda mi masculinidad en ella, ella se retorcía de placer y se movía, se contorneaba y presionaba su trasero contra mí, como intentando exprimirme hasta la última gota y me dijo “Yo también me vine, que riiiiicoooo…”

Estuvimos todavía acostados varios minutos, hasta que ella de repente saltó diciendo “¡Tu hermana!” a mí en ese momento no me preocupó eso, estaba lo bastante relajado como para tomar con calma incluso una guerra nuclear. Me vestí con más tranquilidad que ella y regresamos a la sala, la película estaba en el menú principal pues ya había terminado. Le pregunté si quería terminar de verla y me dijo que si, la regresé hasta donde nos habíamos quedado, cuando sonó el teléfono de Laura, ella contestó y luego de unos segundos dijo “¿Y porque ya no vas a venir”?, al escuchar esto, ella me volteó a ver y a mí se me iluminó la cara con otra gran sonrisa picaresca, como la primera vez, pero esta vez esa risa parecía preguntar “¿Entonces qué hacemos?”.

  



sábado, 31 de mayo de 2014

Una Cerveza sin alcohol

“Ahí está! El tiburón!, Ahí está! El tiburón!, se la llevó el tiburón, el tiburón…” Sonaba en la alarma de mi celular aquel viernes por la mañana, tengo la extraña costumbre de escuchar canciones que me gustaron hace muchos años y que ahora ya nadie recuerda. Esa canción la puse intencionalmente como despertador, porque tenía la intención de salir de fiesta esa noche tomando como excusa el cumpleaños de Mario, un compañero de trabajo que no me caía muy bien, pero a Alejandra si, y como ella era mi “mejor amiga” del trabajo, pues tenía que aguantar al egocéntrico ese pues no había de otra.

Alejandra, a quien carimañosamente yo le llamaba Ale, era la clásica chica extrovertida del grupo, siempre me han llamado la atención ese tipo de chicas, pero dado el tiempo que llevaba de conocerla, sabía que no podía esperar mucho con ella, pues su tipo de vida “liberal” era poco llamativo para alguien que en aquel momento buscaba una relación estable. Físicamente era de cara alargada, pelo liso tirando a ondulado, castaño oscuro, usaba lentes, a veces con aros de distintos colores, tenía un trasero poco llamativo pero que se compensaba con sus senos bastante llamativos, en realidad no eran tan grandes, pero si lo suficientemente horizontales como para llamar la atención de cualquier heterosexual y de más de algún homosexual por cuestiones de envidia.

Luego de la rutina diaria antes del trabajo, aseo personal, agenda, cosas importantes, maletín y si daba tiempo algo para desayunar, salí del trabajo topándome con la rutina de siempre, buses, gente corriendo, cubriendo con sudor mañanero el perfume y la ducha recién dada, gente en su carro desesperada porque va tarde al trabajo y bocinándole al de adelante quien revisa sus papeles y no ha notado que el semáforo ya está en verde, la rutina de la mañana en una ciudad tan linda como injusta, en fin, solamente siendo una persona más entre todas las que corren.

Al llegar a la oficina seguía tarareando aquel viejo éxito noventero y mientras me preparaba para iniciar labores, Ale y los demás empezaron a comentar los planes para esa noche. Que si baile, que si pizza, que si tragos, que si fiesta privada, que si en la casa de fulano, que si en el carro de sultano, que si se llevaban a mengano, que no se llevaban a perencejo, un chirmol de opiniones y desacuerdos que es de imaginarse. El festejo por el tal Mario no me llamaba mucho la atención, era solo la gana de salir un viernes por la noche a bailar y alocarse un poco, sin ninguna expectativa de nada, pues con la Ale teníamos nuestra historia, pero todo quedó en una noche de copas que solo queda en el recuerdo, sobre todo en el mío.

Al final la decisión fue ir a la zona 9 y pues cada quien empezó a hacer sus grupitos, en realidad el tal Mario casi solo le caía bien a las chavas, motivo por el cual era cuestionada su orientación sexual, el caso es que íbamos como 12, y la mayoría de hombres iban por ver si sacaban algo, con las amigas de Mario, yo sin un objetivo claro, simplemente me iba a divertir. Al llegar al lugar mi sorpresa fue que eligieron un lugar cerca de unos bebederos famosos cerca de la 14 calle, y más sorprendido aún cuando noté que era un lugar con música suave, tranquilo, con más pinta de café de antaño, cosa que asesinó cruelmente mis ganas de bailar y pasarla bien, pues el lugar se miraba bastante aburrido. Hasta ese momento la canción pegadiza de proyecto uno se desvanecía y en su lugar estaba un rústico y horrible intento de Balada de RBD.

Decidido a que la noche iba ser una decepción, pedí una cuba libre e intenté adherirme al grupo lo suficiente para intentar aprovechar lo poco rescatable pero lo menos posible para no ser el aburrido del grupo.

Luego de hora y media en el lugar y tres cubas libres, ya estaba totalmente resignado a que la fiesta que imaginé al levantarme esa mañana iba terminar siendo todo lo contrario. Todo cambió cuando varios compañeros usando sus habilidades seductoras se perdieron con otras compañeras, dejándonos a Ale, su mejor amiga, Mario y a mí con una horrible envidia de haberme perdido viendo lencería femenina cuando fue la repartición de esas habilidades seductoras intracoitales. Al dejarnos a los cuatro, pensando en que precisamente todo iba acabar ahí, decidí aprovechar el poco tiempo que tenía y después de ir al baño, pasé a la barra ordenando una cerveza baltika 9, porque tiene más alcohol. En eso estaba, cuando la vi. Lo recuerdo casi en cámara lenta, pelo castaño rojizo ondulado, labios de fuego, ojos negros, tez clara, pantalón de lona azul ajustado, blusa de hombros descubiertos, tacones semi altos, estaba llenita, pero tenía un no sé qué, que invitaba a admirarla más de una vez. Seguía observándola cuando vi a Ale acercándose a ella y saludarla, sin pensarlo más de una vez, me acerqué a ellas y cuando Ale me vio venir, me la presentó “Te presento a Rosy, compañera del colegio, Rosy, un compañero del trabajo.”. Yo la saludé e intenté hacer conversación sin percatarme de que Ale ni siquiera me presentó por mi nombre.

Luego de mi fallido intento de conversación, me fui derrotado hacia la mesa nuevamente y Ale se quedó con Rosy platicando por largo rato. Luego de que el mesero me llevara la cerveza que había dejado por conocer a la pelirojicastaña, Ale se fue a sentar a la mesa y tratando de ocultar mi interés, le pregunté por Rosy, contestó que venía con unos amigos y que no se sentía bien, pues recientemente había tenido una decepción amorosa, para resumir, líos de pantalones.

Seguimos platicando y aguantando el fuerte sabor de la Baltika 9, sabor que resistía debido a las ganas de embriagarme, luego de aproximadamente 15 minutos, se acercaron a nuestra mesa Rosy y sus amigos, se despidieron entre ellos, y ¡Oh sorpresa! Ella se sentó en nuestra mesa. Cuando se acercó el mesero, yo pedí otra cerveza, Ale pidió un mojito cubano y Rosy una cerveza sin alcohol. Estaba emocionado de que Rosy se sentara en nuestra mesa que ni siquiera cuestioné las razones por las que alguien pediría cerveza sin alcohol. Luego de varios minutos de ver a Rosy platicando con Ale sin tener oportunidad de introducirme en la plática, pude hacerlo cuando necesitaron opinión masculina de algunas actitudes estereotipadas de todos los hombres. Y si, el tema era ese, las mentiras. Entre varios argumentos mi argumento más contundente y memorable, aparte de robado a Dr. House, fue: Las mujeres son auditivas y los hombres son visuales, por eso las mujeres se pintan y los hombres mienten. Ale y Rosy se miraban entre sí, sin pronunciar palabras por un par de  segundos, pues por sí misma, la frase es bastante cierta. Seguimos platicando luego de mi entrada a la conversación y se hablaba de amores, desamores, siempre en términos generales, pues Rosy prácticamente no me conocía y no podía ser tan específica, conversación que se fue personalizando y especificando cuando sonó el teléfono de Ale y salió a hablar, pues me quedé platicando con Rosy, mientras que los demás de la mesa también andaban en su rollo.

Luego de varios minutos platicando y con las cervezas aumentando, Rosy se puso más sensible, cosa que me extrañó, ya que sus cervezas eran sin alcohol, pero supongo que de tanto recordar se estaba poniendo ebria de sentimiento. Cuando la música en el lugar estaba más tropical, invité a Rosy a bailar, quien sin ningún reparo acepto inmediatamente. Bailamos por varios minutos, mientras esperaba y deseaba música más relajada para bailar pegado. Durante el baile ya la conversación era más personal entre ella y yo, más que la situación sentimental que atravesaba en ese momento. En varias ocasiones nos mirábamos fijamente sin pronunciar palabras, era una especie de atracción mutua que me llamó poderosamente la atención, pues no me había pasado algo así antes. Nos sentamos en la mesa nuevamente con Ale y la plática ya mucho más amena y relajada, como si Rosy no tuviera absolutamente nada. La interacción entre ella y yo cada vez mejoraba. Salí unos minutos para fumar, y estando afuera, Rosy me acompañó, le pregunté si fumaba y me dijo que si, le di un cigarro y seguimos platicando y bromeando. Como yo había empezado a fumar antes, me terminé el cigarro antes que ella y entré solo a traer mi cerveza, volví a salir para estar con ella. Yo me recosté en una pared y seguíamos platicando, con una cerveza en la mano, y en la otra unas ganas enormes de tomarla por la cintura, pero pensé que no iba ser tan fácil, el alcohol y lo mucho que me atraía me hicieron animarme y la tomé de la cintura, la halé hacia mí y le di un beso suave de esos que duran tres segundos. Ella no dijo absolutamente nada, pero me quitó la cerveza, le pegó dos tragos y luego me besó, pero esta vez con bastante pasión, como si fuera un ex novio del que siempre estuvo enamorada y que volvía a ver. Dejé la cerveza en la pestaña de una ventana y ya con las dos manos libres la tomé por la cintura y luego del rostro, acariciando con mi dedo pulgar su mejilla y pómulos. Luego un par de minutos besándonos con más pasión, vio hacia adentro sobre mi hombro izquierdo y cuando vio que todos estaban adentro pasándola bien. Me tomó de la mano y me guió hasta su carro.

Una vez en el carro, seguimos la pasión que dejamos pausada en el lapso de llegada hacia el carro, la besaba, bajaba a su cuello, a sus pechos aún cubiertos por la blusa, que permitía besar más un pecho que el otro, pues la blusa era de un hombro destapado. Poco a poco le quité la blusa, dejando caer su pelo ondulado en sus pechos, ella me besaba y cada vez que me acercaba con mis labios a sus pechos, rosando casi los pezones, se le escapaban algunos gemidos, eso me excitó lo suficiente para quitarle todo lo que traía sobre la cintura y dejarle solo ese pantalón azul ajustado. Le besaba los pezones, con la lengua jugueteaba con ellos, mientras deslizaba una mano desde su mejilla, barbilla, cuello, hombros y espalda, hasta tocarle sobre el pantalón ajustado ese trasero que durante el baile me tenía loco. Ella me quitó la camisa a cuadros que tenía, mientras me tocaba los hombros, los brazos, el pecho y poco a poco bajó hasta que una hebilla la detuvo, con bastante agilidad y con una mano me quitó el cincho y desabrochó el pantalón, mientras me besaba y con la otra mano me tomaba por la cabeza. La incomodidad de la parte de atrás del carro hizo que le ayudara a quitarme el pantalón mientras con su pierna me acariciaba la entrepierna. Yo le desabroché el pantalón, y como ella estaba sobre mí, fue un poco más fácil quitárselo y dejar ver esa tanguita blanca que contrastaba con la oscuridad del carro. Seguimos besándonos y acariciándonos y ella me bajó el bóxer lo suficiente para que tuviera la libertad de tocarme el miembro ya bastante animado. Sentí la calidez de su mano y ella la humedad que yo ya tenía, posicionó su entre pierna en la mía, con una mano se hizo a un lado la tanga y con la otra dirigía mi miembro hacia su cavidad femenina también ya bastante húmeda.

Ese primer contacto fue delicioso, pues chocaron nuestras humedades dejando sentir esa deliciosa sensación mientras mi miembro irrumpía en su cavidad, momento en el que se le escapaba un “diooos!” y a mí un “Mmmmmhhh”, al sentir esa calidez estando dentro de ella. Se comenzó a mover de adelante hacia atrás, mientras yo la tomaba por la cintura, cada movimiento hacia adelante era una penetración con un “Mmmmhhhh” de mi parte incluido, pues en realidad se movía muy rico y me tomaba de los hombros, de la cabeza y del sillón donde yo estaba. Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos y los gemidos de ella más fuertes, a mi me excitaba la sensación de que nos pudieran capturar infraganti, pues sus gemidos en ocasiones eran lo suficientemente fuertes como para ser escuchados por alguien que pase cerca.

Empezamos a sudar y nuestros jugos se mezclaban con nuestro sudor, ella me tomaba de los hombros, me abrazaba, cerraba los ojos, al tiempo que se movía de adelanta para atrás, en círculos, una, otra y otra vez. Yo tomándola por la cintura y con lenguaje corporal le di a entender que se volteara, lo hizo y siempre tomándola de la cintura, la halaba y empujaba hacia adelante y atrás, ésta vez la penetración era cuando ella de espaldas se acercaba a mí. Ella movía la cabeza y por el retrovisor veía que tenía cerrados los ojos, y cada vez que la tomaba fuerte de la cintura y la penetraba más fuerte, abría la boca y se acariciaba los labios con la lengua. Era delicioso sentir sus glúteos sobre mí, y esa fina espalda que se perdía en su ondulado cabello. Por varios minutos estuvimos en esa deliciosa posición, pero como que su preferida era la anterior, porque se dio vuelta y regresamos a la otra, frente a frente sentada sobre mí. Se empezó a mover más rápido, ésta vez combinando movimientos de adelante hacia atrás y de arriba hacia abajo. Cuando se movía de arriba hacia abajo se escuchaba ese “splash” de dos cuerpos húmedos chocando, sonido que me excitaba de sobre manera. Ella ya bastante excitada y dejando salir libremente los gemidos me preguntaba “Papito, te gusta?” Yo respondía con un “Mnnnhhh que rico” y la tomaba más fuerte de la cintura le tomaba con más fuerza esos glúteos y los halaba hacia mí. Ella notó que cada vez que me hablaba yo la penetraba con más fuerza y se me escapaban gemidos, preguntaba “Te gusta así? Te gusto? Te lo hago rico?” Yo respondía con gemidos cada vez más fuertes y seguidos, pues la tomaba con fuerza por la cintura mientras con la lengua le besaba los pechos y jugueteaba con sus pezones. Ella gemía cada vez más rápido de movía de arriba hacia abajo, se escuchaba mas el sonido de la humedad de nuestros cuerpos chocando, la abracé fuerte, la penetraba fuerte, los dos gemíamos de placer, cada vez más rico y movimientos mas rápidos hasta que no aguante y expulsé ese líquido cálido estando dentro de ella con un gemido más largo. Ella dejó salir varios gemidos más largos que los anteriores y dándome un beso me dijo “Mmmhhh deliciosooooo”. Estuvimos desnudos por un par de minutos más casi sin percatarnos que probablemente afuera nos estaban esperando.

Nos vestimos, salimos estuvimos afuera un rato para no llegar acalorados y no mencionamos absolutamente nada de lo sucedido. Al entrar Ale se me quedó viendo con una mirada y risa picaresca pero no comentó absolutamente nada. Seguimos platicando como si nada hubiera pasado, luego de varios minutos y una cerveza mas, nos despedimos todos, cada quien se fue y yo me quedé con ganas de ver de nuevo a la chica de labios de fuego que hasta hoy no he vuelto a ver...




martes, 1 de abril de 2014

En el recreo.

Faltaban casi 2 meses para graduarnos de diversificado, muchos ya aburridos de tener que ir a clases y otros con las expectativas que traería ir a la universidad. Algunos y en éstos me incluyo yo, pensando en hacer alguna travesurilla para trascender o por lo menos para recordar mas gratamente los momentos del instituto, como hacerle una broma pesada a un profesor, al director, reventarle los labios a quien siempre me cayó mal, robarle un beso a la chava mas chula enfrente de todos o tronarle el trasero a la maestra mas buena del instituto, pero esto último era muy poco probable, sobre todo por el poco tiempo que faltaba de instituto y pues la seducción a alguien que representa autoridad su tiempo su tiempo.

En aquella época las opciones eran muchas, pero la limitante de una relación oficial con mi novia era bastante grande, aunque varias aunque muy lejos de llegarse a realizar, no dejaban dar vueltas por mi cabeza en forma de fantasía.

Cierto día, como cualquier otro, al salir al recreo, fui con mi novia a la tienda a comprar algo para refaccionar, luego nos sentamos en unas gradas y ahí platicamos mientras refaccionábamos, con ella me llevaba bien, era delgada, de carita redonda, pelo cortito y ojos grandes, no estaba muy dotada casi de ningún lugar, pero para mí, su forma de ser compensaba todo lo que físicamente le faltaba. Estábamos sentados platicando, mientras todo mundo en lo suyo, unos jugando, otros corriendo, sentados, hablando, riéndose, como cualquier recreo en un instituto público.

La tomé de la mano y la halé hacia mí, caminamos abrazados, platicando y tratando de disfrutar esa media hora que teníamos de recreo. Caminamos por varios lugares hasta una de las esquinas del patio, esquina que estaba un poco escondida, pues ese era el callejón donde doña Luva, la señora de la limpieza guardaba sus herramientas de trabajo. Al llegar a la esquina, halé a mi novia hacia una parte poco visible de patio central y la empecé a besar, al principio como con ternura, pero con el paso de los segundos, esa ternura se iba convirtiendo en pasión, poco a poco mis manos se empezaron a sentir libres de tocar sobre la blusa sus pequeños pechos y con la agilidad de situaciones parecidas anteriores, le quité los dos botones superiores de la camisa, introducía mi mano en su blusa y sentí su piel blanda, tersa y fina, mis dedos como dedos en la oscuridad buscando un interruptor, buscaban sus pezones que a esas alturas tenían cierta rigidez que me excitaba poder mordisquear, pero para mí infortunio, ese no era el lugar adecuado.

Ella me besaba con la misma intensidad, tocándome los brazos, el cuello, el pecho, la espalda y yo, una vez explorado el área superior, empecé a bajar buscando hurgar bajo su falda, objetivo cumplido cuando al momento de tocar sus piernas y mientras subía lentamente buscando sus glúteos. Estaba por llegar a sus glúteos, cuando el ruido de una vieja canaleta tirada a un lado de la pared, impulsada por un paso en falso del director anunció su llegada, inmediatamente la solté y me alejé un par de centímetros, pero su mano haciendo las funciones de los botones que hacía un par de minutos había quitado nos delataron. El director se nos quedó viendo y dijo “A mi oficina.” A diferencia de mi, ella no era de las chicas que daban problema, así que se asustó un poco, yo con cierta experiencia al respecto, traté de calmarla explicándole cual iba ser el proceso, una charla, un par de advertencias y cada quien a su salón.

Efectivamente estaba en lo correcto. Caminamos hacia su oficina al momento que sonaba el timbre que anunciaba la finalización del recreo. Como en cualquier instituto, nos dio la típica charla de embarazos no deseados, niños abandonados, padres irresponsables, sueños que se truncan por tener hijos, ese tipo de cosas. Me gustó que mas que dirigirse a mí, se dirigía a ella, como si yo ya no tuviera arreglo, pero ella como generalmente estaba tranquila, daba la impresión que era yo quien la estaba “perdiendo”, pero siendo mi novia desde hace poco más de un año, obviamente sabía cosas de ella y que había hecho con ella, que el director no tenía ni idea. Ella un poco avergonzada y cabizbaja, pues las cosas que habíamos hecho, era entre nosotros y no nos habían agarrado en infraganti antes.

Luego de la plática, nos dio dos pases de dirección, pases que servían para que los profesores en los salones supieran que estábamos en la dirección y no vagando en el instituto cuando llegáramos tarde al salón. Al revisar el pase, noté que no tenía fecha ni hora, simplemente un párrafo y la firma del director. Esa falta de hora, en mi cabeza, rápidamente se convirtió en un “Podemos llegar más tarde” pues no se iban a enterar cuanto tiempo estuvimos en la dirección. Al salir de la dirección caminamos despacio, yo riéndome por la gracia de la situación y ella al verme también se rió y caminamos despacio hacia los salones de clase.

Al notar que para llegar al salón íbamos a pasar cerca del callejón donde minutos antes casi nos atrapan con las manos en la piel, se me ocurrió hacer la última travesura del instituto y usando mi fantasía como base, cambiando a la profesora mas buena, por mi novia, que no era igual, pero la quería bastante y siempre me había gustado como se movía en la cama, en el sillón, en la toalla y en los diferentes objetos que nos habían servido de colchón en ocasiones anteriores, así que la halé hacia ese callejoncito, ella se me quedó viendo y desconcertada preguntaba a que era lo que yo hacía, yo riéndome no le contesté y la seguía guiando. Afortunadamente la bodega de la limpieza estaba abierta y entramos ahí. Dadas las condiciones de un instituto público, esa bodega no tenía chapa, solo una cerradura para candado que se podía cerrar desde dentro y desde fuera.

En ese momento ignoré el hecho de pensar para que serviría una cerradura interna en una bodega y al entrar, cerré la puerta, la presioné contra la misma puerta la empecé a besar ella al inicio desconcertada, pero un par de segundos y la idea también le empezó a gustar, así que parecía que decidió seguir lo que interrumpió el director con su torpe caminar. Me tomaba del pelo, del cuello, me halaba hacia ella y me acariciaba el antebrazo, que para ese momento ya estaba inspeccionando su ropa interior inferior. Se sentía una tanguita delgada, y flexible, era flexible, porque no opuso ninguna resistencia a que mi mano se metiera debajo de ella para sentir y tocar su trasero tan deseado desde hace varios minutos. Poco a poco pasé mi mano de atrás hacia adelante hasta sentir sus ya húmedos labios y tomando en cuenta que no tenía mucho tiempo, empecé a besarla con más intensidad, otra vez mi mano derecha hizo su trabajo desabrochando los botones de la camisa, pero ésta vez, fueron todos, dejando al descubierto su sostén blanco pequeños pero ajustados y bastante atractivos. La besaba de los labios, a las mejillas, el cuello, subía por su oreja, sabiendo que el sonido de mi respiración la excitaba aún mas, bajaba de nuevo al cuello, al pecho y bajado el sostén empecé a lamer esos pequeños pero exquisitos senos de diecisiete añera, besándolos y haciendo un perfecto trío entre labios pezón y lengua.

Ella se movía y se contorsionaba por la excitación, metí mi mano en sus labios inferiores y con un dedo suavemente mientras la besaba, lo introducía con delicadeza en su cavidad femenina o su gatito, como cariñosamente le llamaba. Le besaba los pezones al mismo tiempo que mis dedos hacían su trabajo en sus labios. Al sentirse lo suficientemente excitada, se bajó el calzoncito, se dio vuelta, me ofreció en bandeja de plata esa colita, me tomó de la mano y me haló hacia ella, y pues yo ya bastante excitado terminé de bajarme el pantalón y lo demás, siendo lo más discreto posible me puse un condón, pues ese instante a veces le resta excitación al momento. Una vez preparado, me agaché tomando mi miembro y pasándolo en su cavidad como buscando la puerta de entrada a los placeres más exquisitos de su suave cuerpo. Ella estaba tan excitada que era ella que haciendo diminutos sentones, buscaba mi miembro con su colita hasta que por fin lo encontró y fue riquísimo sentir como mi miembro se deslizaba entre su cavidad femenina.
La tomé por la cadera al tiempo que me movía de adelante hacia atrás, haciendo un perfecto vaivén entre mis muslos y sus delgados glúteos, me encanta ese sonido que emite la humedad de dos cuerpos chocando, pero dada la situación trataba de no hacerlo pues como dice la canción, los pujidos nos pueden delatar. Ella se tomaba del pelo, se apoyaba en mi mano, mientras yo la seguía penetrando una, otra, otra y otra vez, sus gemidos eran muy suaves, imagino que los intentaba evitar, pues en otras ocasiones eran más fuertes, lo que no podía evitar era mantener una respiración tranquila, pues se escuchaba agitada, casi al compás de cada penetración. Afortunadamente a la par de nosotros había una silla, la abracé mientras mi pene seguía dentro de ella, la tomé de la cintura la giré hacia la silla para que se apoyara y la seguí penetrando intentando una posición de perrito, pero parados. Ella se movía, se retorcía y se escuchaba casi solo su respiración y un poco los rechinidos de la silla que soportaba el peso de ella en sus espaldas.

Los movimientos se hacían más rápidos y se me hacía más difícil evitar el sonido del choque de su cuerpo con el mío y pues aparte de que se escuchaba delicioso, la rapidez con la que lo hacía me dificultaba evitar el sonido y calcular la penetración hasta antes de que los cuerpos chocaran.  En ese momento me hubiera encantado un colchón y lo que fuera para acostarla y seguir penetrándola estando yo sobre ella y ella boca abajo, pues esa posición me encantaba y como era flaquita, era muy excitante sentir sus nalgas en mis muslos y tomarla de los hombros o los brazos. La halé hacia mí, tocando su espalda con mi pecho y besándole el cuello y las orejas le tocaba los senos ya húmedos por el sudor. Cuando la penetración se hacía más intensa, era ella quien inclinada contra mí, hacía chocar sus glúteos con mis muslos y me tomaba de las manos para acariciarle la cintura y la espalda, la penetración se hacía más rápida y ella sabía que faltaba poco para que terminara. Cuando sintió que la tomé por la cintura mas fuerte supo que era el momento y tratando de chocar mas su trasero hacia mí, se le escaparon unos gemidos más fuertes de lo normal, yo halándola por la cintura hacia mí, descargué la masculinidad que tenía guardada para ella y ella se seguía moviendo haciendo presión de su trasero con mi miembro y con esa mezcla de  sus gemidos con los míos tan deliciosos que casi gritan “¡Demonios! ¡Qué rico!”.

Ya de regreso de ese viaje tan placentero, nos vestimos, salimos de la bodega, un poco preocupados, pues no nos importó el tiempo y salimos despacio viendo que nadie nos viera. Al entrar a los salones con los respectivos pases, nos dimos cuenta que nos tardamos casi el período completo que sigue después del recreo.


Al final no pude cumplir mi fantasía de tronarme a la profesora mas buena, ni hacerle una broma pesada al director, ni robarle un beso a la más bonita, pero me quedé con la satisfacción de que tuve una placentera sesión de sexo con mi novia a la hora de clase en el instituto.

jueves, 27 de marzo de 2014

Estabas pendiente.

¡Hueco! ¡Huecazo! ¡Marica! ¡Dejate de pajas! “Gritaban” los compañeros de la oficina por el chat interno de la empresa cuando se enteraron que Marisol me había ido a “dejar” a mi casa y yo no quería contarles que había pasado en su carro. Luego de aquel viernes de placer inconcluso, pasaron dos semanas y Marisol se mostró como si absolutamente nada hubiera pasado, pues el tema no lo volvió a mencionar, aunque de cierta manera se notaba un poco más en confianza conmigo, pues me hablaba un poquito más, en realidad no era tanta la diferencia, quiero pensar que era así y no que yo me lo estaba imaginando por lo sucedido hacía dos viernes. 

Con el paso del tiempo se miraba que ella iba tomando mas y mas confianza con la gente de la oficina en general, situación que me extrañó, pues dado nuestro secretito, pensé que conmigo iba haber mucha más confianza de la que hasta ahora tenía. Cierto día, que Rocío, la recepcionista estaba arreglando su escritorio luego de haber llegado, llegué yo y lo primero que hice fue preguntar por Marisol, situación que delató un poco mi interés por Marisol. Rocío medio lo notó, hizo un guiño y respondió que aún no había llegado. Ignoro que le contó Rocío a Marisol sobre mi pregunta de ese día, o si sacó de proporción mi pregunta, pero el caso es que me pareció raro que Marisol me preguntara sobre eso, levantando una ceja, me dijo literalmente “Me dijeron que me buscabas”, yo hice una cara de extrañeza y respondí “No, para nada, solo pregunté si habías llegado”, a lo que ella respondió “Pues aquí estoy, para que soy buena...”. Me pareció como intimidante su actitud y pensé que iba jugar también a lo mismo, así que le respondí “¿Pues tenemos algo pendiente, recuerdas?”, ella cerró los dos ojos y al abrirlos levantó nuevamente una sola ceja y me dijo “¿Así? ¿Cómo que será?” y yo le respondí “Pues si quieres te invito a una granizada con LECHE CONDENSADA y TERMINAMOS de platicar...” Dado que le puse énfasis a esa “leche condensada” y al “terminamos” ella se rió y me dijo, claro, te espero a la una y media para almorzar.

Dieron la una y media y justamente se dirigía hacia la salida, salió y se quedó esperando afuera, yo salí y al verme nos encaminamos hacia el lugar a donde generalmente íbamos a almorzar. Al inicio pensé que esa “salida” era medio secreta y que me iba decir que fuéramos a otro lado, pero ella se miraba fresca y sin prejuicios que no dijo nada. Llegamos al lugar para almorzar y como está cerca de la oficina, había varios compañeros que iban a almorzar al mismo lugar. Eligió una mesa que estaba a dos mesas de los compañeros más próximos, se sentó dándoles la espalda y por ende, yo me senté en el lugar frente a ella y de frente a los compañeros. Durante el almuerzo ella se mostró fresca sin prejuicios ni cola que le pisen, exactamente lo que yo quería. Ella no tocaba el tema y a mí que siempre me ha costado empezar ese tipo de temas de tajo, me hice el loco y solo hablamos de rumores del trabajo, que aquel anda con aquella, que aquel se voló a aquella, que aquella anda de faldas sueltas, en fin, chismes del trabajo.

Cuando ella mencionó que uno de conta le quería poner a Rocío, aproveché para preguntarle “¿Y nosotros cuando cuadramos?” ella se rió y me dijo “Ahhh si estás pendiente, casi se me olvida” seguro que se te va olvidar, si a eso veníamos, a definir, pero mi exceso de caballerosidad no me dejaba discutir el tema directamente, ella sonrió y dijo “Ahora hasta caballeroso me saliste” y yo respondí “Si no fuera caballeroso, aquel viernes te hubiera quitado el teléfono para que no contestaras y poder tener el final feliz que me robaron”, ella levantó una ceja y sonriendo me dijo “Eso me hubiera encantado”, al ver su ceja ligeramente sobre el nivel de la otra, me pensé que en realidad ella quería que ese final feliz sucediera y hasta me imaginé su cara picaresca viéndome mientras me hacía el oral recordando aquel glorioso viernes por la noche. Aprovechando eso decidí poner toda la carne en el asador le dije “El viernes after office” le dije con tono seguro y desafiante, ella hizo una cara de extrañeza y como aceptando el reto contestó “Va! ¡Pero en serio!” en ese momento me sentí como soldado después de ganar la guerra le extendí mi mano como cerrando un trato y le dije “Pero apagas tu celular” ella se rió, respondió al apretón de manos y se me quedó viendo fijamente como sabiendo que va ganar una buena apuesta.

Regresamos al trabajo platicando de situaciones personales, se reía a carcajadas de las cosas inusuales que le conté que me han pasado y yo deseaba que no hubiera ningún policía de tránsito para evitar la incomodidad de lo que pasó la otra vez en esa misma calle.

La semana terminó como cualquier semana en una oficina, con los ánimos más encendidos a medida que se acercaba el fin de semana. El viernes a la hora de salida, salió y se quedó esperando afuera, cuando salí me dijo “¿Nos vamos?”, inundado de extrañeza por no ver a nadie más que a ella, le dije, que sí. En el camino hacia su carro le comenté que pensé que al igual que la otra vez, íbamos a salir en grupo y me dijo que no, que se sentía mejor que saliéramos solo los dos, pues con algunos no tiene mayor relación que la laboral y que conmigo se sentía más cómoda. Yo me sentí halagado por ese comentario y sin cuestionar lo que me decía ya en el carro se enrutó hacia la zona uno. Sobre la séptima avenida y once calles de la zona uno empezó a buscar parqueo, pero dado que es una zona muy concurrida sobre todo los fines de semana, los parqueos estaban llenos. Durante esa búsqueda noté que había un lugar disponible pero en la calle, ella sin ningún problema me dijo que no importaba, que lo importante era parquearse porque quería tomar algo.

Me comentó que había un lugar frente a las cien puertas, que en realidad no era tan bueno, pero que ponían música, y sobre todo, había lugar para bailar; me comentó que ese lugar le parecía bien y casi sin ninguna respuesta alternativa le dije que estaba bien, que fuéramos a ese lugar. Al entrar, el lugar un poco oscuro, y con música electrónica a bastante volumen, como cualquier disco o bar nocturno. Nos sentamos y casi al instante le pregunté si quería tomar algo, ella contestó que generalmente no tomaba alcohol, pero que en ese momento se le antojaba una cuba libre. Cuando nos atendieron, le pedí la cuba libre y pedí un cubetazo de cerveza, pensando en que después se le podía antojar una, pues se podían calentar.

El lugar se empezó a llenar y la pista de baile se empezó a llenar. Dado el volumen alto de la música era un poco complicado entablar una relación y por iniciativa de ella, cuando llevaba dos tragos de mi cerveza, me haló hacia la pista de baile. Yo recordando sus movimientos de la última vez, nada perezoso me dejé llevar. Nunca he sido bueno para el baile, pero afortunadamente la música electrónica no tiene estructura de ritmo definida, prácticamente cualquier movimiento parece aceptable. Luego de un par de minutos deseaba que la música cambiara a reggaetón o lo que fuera que permitiera que ella rozara su redondo trasero en mis muslos, pues ese recuerdo de la última vez que bailamos era difícil de borrar, tomando en cuenta que vestía una falda sobre la rodilla, medias y tacones que hacían que su redondo trasero resaltara de su figura bastante femenina.

Como por arte de telepatía con el DJ, empezó a sonar “Cuéntale” de un tal Omar, música que aproveché para rozar su abundante cadera la máxima cantidad de veces pues ese trasero me tenía inquieto desde hace varios días. Afortunadamente ese tipo de música se prestaba para que se pusiera de espaldas a mí, y en repetidas ocasiones con movimientos provocativos, bajaba poco a poco inclinando su torso hacia adelante y su trasero rozaba con más fuerza y por más tiempo en mi entre pierna, haciendo que mi compañero de batallas se animara mucho más de lo que ya estaba solo con el incentivo imaginativo.

Así estuvimos bailando por varios minutos, la música cambiaba casi alternadamente como las veces que nos sentábamos para descansar y recobrar el aliento para el siguiente tipo de música, que variaba desde reggaetón, salsa, cumbia, merengue, bachata, éste último lo bailé con menos ímpetu, pues siempre me ha costado llevar ese ritmo.

Sin darnos cuenta ya eran casi las 11:30 y sin olvidar el objetivo, que era cumplir el contrato que en el almuerzo de ese día habíamos cerrado con un apretón de manos, pensé que en varios mataderos solo dan 3 horas por ser fin de semana, pero después de las 12, la salida puede ser hasta las 8 del siguiente día. Luego de dos cubetazos y 3 cubas libres, levantando una ceja me vio y me dijo “¿Y entonces?”, yo con tratando de esconder mi ansiedad por hurgar bajo su ropa interior, le contesté que nos fuéramos, ella con una sonrisa contestó que sí y salimos del lugar.

Ya en el carro le comenté lo de los horarios de los mataderos y la posibilidad de amanecer y me dijo que no podía, que podía llegar tarde pero tenía que llegar. Yo le dije que ya que estaba casi en el camino que fuéramos a un bien comentado lugar a unas cuadras del trébol. Ella me tomó la palabra y con música en el carro, nos dirigimos al lugar. Llegamos, y luego del proceso relativo al ingreso, entramos a la habitación la cual era temática, tenía unos pilares estilo romano y con una cama con decoración antigua.

Ella entró al baño y yo con la fea maña de siempre tener música en el teléfono, lo saqué y puse lo primero que sonara, afortunadamente fue música bastante movida, me senté en la cama, y cuando ella salió se empezó a mover al compás de la música, cosa que me encantó de sobremanera y que a mi amigazo bajo el ombligo también, pues ya venía despierto luego de la sobadera en el baile. Se me acercó moviendo las caderas y poco a poco se empezó a quitar la camisa, botón por botón, me miraba y se seguía moviendo, le vi el sostén, era blanco con encaje, sujetando ese par de redondeces que deseaba tocar desde hace varios días. Se quitó por completo la blusa y al ritmo de la música se acercaba hacia mí, yo sentado en la cama esperaba cada vez más poder tocar ese cuerpo, esos pechos, esa cintura, ese trasero y todo lo que me encantaba de ella. Al llegar hacia mí, abriendo sus piernas, se sentó en las mías y me dio uno de los besos más sensuales que jamás me han dado, me tomaba de la cabeza mientras me besaba, yo le acariciaba la cintura, la espalda, pasando mis manos por debajo de su sostén, sin quitárselo y luego regresaba a sus caderas y a su trasero, intentando meter mis manos en el ajustado pantalón de tela que tenía hasta sentir su ropa interior, una tanga con dos hilos que unían las dos partes.

Luego de un par de minutos en esa posición, abrazándola le quité el sostén y bajando de su boca, a al mentón, a su cuello y luego a su pecho, le acariciaba con los labios y la lengua ese par de senos tan hermosos y con los dientes fingía mordisquearle los pezones, que estaban lo bastante estimulados como para sentir su dureza en mi lengua. En esa posición, ella me quitó la camisa desabotonándola y luego de varios besos, empezó a bajar poco a poco desde el cuello, al pecho, del pecho al abdomen y  ombligo hasta toparse con la hebilla de mi cincho, el cual desabrochó mientras me miraba y hacía una sonrisa picaresca. Lentamente me desabrochaba el cinturón, luego el pantalón y mucho más despacio, casi a la inversa de mis ansias, el cierre del pantalón, me seguía viendo y esa sonrisa no la podía dejar de ver, me encantaba saber lo que estaba a punto de suceder en un par de segundos.

Casi podía sentir cada diente del cierre del pantalón por lo despacio que lo hacía, era difícil resistir aquella desesperación por adelantar el tiempo para que hiciera lo que iba a hacer, pero ella se tomaba su tiempo, luego de terminar con el cierre, me bajó el pantalón dejando notar el bulto que ya se marcaba en mi bóxer, acercó la boca lentamente y con los dientes tomó la orilla del bóxer y lo empezó a bajar lentamente, movimiento que me parecía mucho más lento que el del cierre, luego de ayudarse con las manos a bajarlo y dejar al descubierto mi miembro, sin usar las manos, pasó su mentón por la base de mi miembro ya bastante animado y poco a poco fue bajando hasta que su mentón pasó por mi glande, luego cerca de su labio inferior, yo en mi excitación casi podía sentir la humedad de su boca; cuando su boca estuvo justo al nivel de mi glande fue por demás excitante ver como abría la boca y con un movimiento un poco más rápido se introducía mi pene en su boca dejando sentir esa humedad que ya me estaba imaginando varios segundos antes.

Los movimientos de su boca llevaban casi el ritmo del sonido que emanaba de ella, ese sonido de humedad y succión que se escucha tan delicioso cuando se es partícipe de ese placer tan exquisito que es el sexo oral. De rodillas frente a mí, movía su cabeza de adelante hacia atrás, apoyándose en mi cadera y subiendo las manos de mis muslos a mi cadera, a mi abdomen, al pecho y nuevamente para abajo. Sacaba mi miembro de su boca, me miraba, sonreía, lo lamía, lo acariciaba con los labios y se lo introducía nuevamente dejando escuchar de nuevo ese compás de movimiento y sonidos que aumentan mucho más la excitación. Cuando notó que mis movimientos producto del placer que me estaba ofreciendo eran más notorios, se paró y me dijo, hoy si vas a tener el final feliz que te debía, pero va ser de otra forma. Terminando de decirlo, me terminó de quitar el pantalón y bóxer que aún estaban en mis tobillos, me haló hacia la cama y posicionándose sobre mí, cual jinete en su animal, se inclinó hacia mi dándome un beso, se apoyó sobre mis hombros y deslizándose hacia abajo sintiendo mi miembro en su entre pierna, se movía de manera que mi miembro se introdujera en su cavidad femenina que ya bastante humedecida me dejaba saborear.

Una vez que consiguió la penetración se empezó a mover de arriba hacia abajo, apoyándose en mi pecho y por momentos haciendo su cabeza hacia atrás, movimiento que me decía que estaba disfrutando de esa rica sensación tanto como yo. Luego de un par de minutos y de diminutos gemidos, se le empezaban a escapar gemidos cada vez mas fuertes al tiempo que se hacia atrás y se apoyaba en mis piernas, dejándome ver como la penetraba mientras que se movía de adelante hacia atrás. Como por comunicación corporal, luego de varios minutos, se posicionó boca arriba en la cama y me haló hacia ella, posicionándome frente a ella, abrió las piernas y me dejó ver ese majestuoso y erótico paisaje de su cavidad femenina dispuesta a que yo la llenara con mi masculinidad. Empecé a penetrarla despacio y poco a poco para disfrutar de esa humedad que ambos teníamos, me recosté sobre ella y la penetraba cada vez más rápido, nuestros ombligos se rozaban y casi se podía sentir como se mezclaba su sudor con el mío al tiempo que los gemidos se le escapaban mas fuertes mientras la penetraba una, otra, otra, otra y otra vez.

Cuando el ritmo de las embestidas bajó, aprovechó para levantarse, posicionarse de espaldas a mí y con manos y rodillas en la cama, me insinuaba con la mirada que la penetrara. Me acerqué a ella y luego de un par de besos en la espalda y cadera, la empecé a penetrar, con cada embestida de mezclaban los sonidos de mis muslos chocando con sus glúteos y de los gemidos que ella emitía, la tomaba de la cadera y la halaba hacia mí con movimientos un poco mas bruscos, ella se movía, hacía chocar sus nalgas con mis glúteos, yo acariciaba fuerte su espalda, su cadera, las piernas al compás de las penetraciones, de sus gemidos y de los míos. Pocos minutos bastaron para que la intensidad aumentara, el ritmo se acelerara y ella sintiera el caudal de líquido saliendo de mi y entrando en ella, en ese momento sus gemidos no eran tan fuertes pero si más largos, se contorsionaba como intentando extraerme hasta la última gota.

Después de ese excitante final, le día un beso en la espalda y le susurré al oído “Que final tan rico y feliz…” ella con la voz aún agitada respondió “delicioooossooooo”…

Luego de ese exquisito banquete de placeres, nos recostamos en la cama, yo ingeniándomelas para convencerla de que pasáramos ahí la noche y tener una segunda ronda de tan exquisito placer, pero ella insistía en que se tenía que ir porque la esperaban en casa. Yo resignándome, le dije que entonces en otra ocasión sería, ella contestó “si, algún día…” día que por el tono vi muy poco probable pero estaba satisfecho de lo que había sucedido minutos antes. Salimos del lugar, me pasó dejando a mi casa, y nos despedimos dejando entre líneas una posible segunda ronda.