martes, 27 de enero de 2015

Mary, solo con ella vivo la felicidad.

Con un nerviosismo parecido al de mi primera vez, seguía caminando, intentando que cada palabra que pronunciara de aquella historia sobre un corto encuentro sexual en una habitación oscura no delatara ese nerviosismo que tenía, de solo pensar que me dirigía directamente a otro encuentro sexual con quien hasta ese momento me había confiado toda su vida sexual y sentimental pero como espectador, como ese confidente a quien recurría cada vez que su vida se complicaba pasando de planos familiares, amistosos, académicos, sentimentales y sexo pasionales, cuando alguien más degustaba de aquel cuerpo de mujer que desde hace muchos años yo había intentado tener en mi colchón y que hasta la fecha solo quedaba en la envidia de cada historia sexual que me contaba.

Ahí estábamos los dos, dirigiéndonos hacia esa habitación con ese colchón que por primera vez iba tener un cuerpo de hombre por razones distintas al placer o al amor, ese colchón, su colchón, que esta vez por fin iba tener mi cuerpo desnudo junto al suyo por la razón por la que menos esperé que algún día sucediera, por despecho.

“FUIMOS DE AQUÍ LOS PRIMEROS!!! SOMOS DE AQUÍ NATURALES!!!!!!” Retumbaba el Thrash Metal de los argentinos Malón aquel jueves por la noche, sin mayor cosa que hacer que uno de mis placeres preferidos, escuchar música. Disfrutaba placenteramente de esa estridente y poderosa música mientras perdía mi tiempo naufragando en el ciberespacio, cuando de pronto ese característico sonido del chat de esa famosísima red social se mezclaba con las guitarras distorsionadas que escuchaba. Era ella, con esa ortografía casi impecable que siempre la caracterizaba y expresiva como solo ella, saludaba como normalmente lo hacía, con un saludo extrovertido y con palabras soeces, pero todas bien escritas, como manda el diccionario. Luego de pocas líneas de preámbulo, con insultos bien elaborados me contaba su última aventura sexo sentimental, con un tal Francisco, quien había resultado ser el más patán de los patanes que había conocido, pues al parecer el tipo había resultado un buen actor, pues había creado todo un personaje con tal de que sucumbiera en su colchón, haciendo coincidir su personalidad con la de ella, creando amigos, perfiles, familia y hasta mascota pero absolutamente nada de eso era cierto, al parecer ni siquiera se llamaba Francisco.

Ella me contaba que por azares del destino y con la ayuda de las redes sociales dio con el verdadero tipo, un tipo del que incluso habían publicaciones con su foto de otras mujeres advirtiendo lo farsante y múltiples caras que era el personaje en cuestión. Ella seguía escribiendo y escribiendo en esa pequeña ventana de la red social mientras a mí me costaba creer que alguien fuera capaz de tanto con tal de conseguir sexo, pues pensando todo lo que había invertido le hubiera salido más barato pagar por él, pero esa ya era mi opinión. El caso es que de sus dedos brotaban unos fuertes pero bastante ingeniosos insultos, los cuales iba leyendo al compás de movimiento de mi dedo índice sobre el scroll del ratón. Yo seguía leyendo cada palabra hasta que los ojos se me desorbitaron levemente mientras me explicaba que ese tipo había sido el último con quien había tenido relaciones y se sentía “sucia”. Poco a poco mis ojos se fueron desorbitando más, mientras seguía la lectura. Me explicaba que por el rencor, odio, rabia y demás que sentía por el mentado, necesitaba tener sexo con alguien para sentirse “menos mal” lo que había sucedido, y me lo pidió así de explícito. 

Yo lo pensé por un instante e intentando sacar esa pequeñísima parte de caballero que aún tengo, le cuestionaba si era la mejor opción de “quitarse” lo que sea que en ese momento sintiera por el tipo, pero pareciera que de nada valían ese par de preguntas razonables que le hice, pues ella seguía firme en lo que quería hacer. Ella sabiendo que desde hacía años quería escudriñar en su ropa interior puesta, sabía que difícilmente me iba negar y yo sin hacer alarde del “Lo hago para ayudarte”, acepté sabiendo que en aquel momento, ambos teníamos libertad sexual.

Mis labios no se dejaban de mover intentando contar esa historia en la oscuridad, mientras caminábamos hacia su casa y trataba de esconder ese nerviosismo que tenía, pues la mayoría de mis encuentros sexuales habían sido bastante espontáneos, ninguno con más de un día de planeación. Lo interesante de la situación era que ella era quien parecía segura de lo que había decidido hacer, y yo parecía el indeciso, actitud imposible de explicar con precisión, pero quizá porque al fin realizaría lo que muchas veces imaginé en aquellas noches de soledad.

Llegando a su casa, como ansiosa por lograr su cometido, me tomó de la mano y me haló directamente a su cuarto, una vez adentro, me quitó la chumpa y me besaba  apasionadamente, yo sentí esa ansiedad en ella pero mi cuerpo tardaba en entenderla, ella me tomó de las manos, las dirigía a su cintura mientras me tomaba por la cabeza besando mis labios, mis mejillas, y llegando directamente a las orejas, sintiendo su respiración que se empezaba a agitar. Ese sonido de su respiración cerca de mí me hizo reaccionar como un auto encendiendo un poderoso motor. La abracé fuerte hacia mí, le tocaba la espalda, esa espalda que tenía la suavidad de su piel y bajaba hasta tocarle esos glúteos que hacía años quería presionar. Al sentir la presión de mis manos en sus glúteos, metió su mano en mi entre pierna sobre mi pantalón sintiendo a través de la tela ese bulto que se había formado producto de su agitada respiración en mis oídos.

Eso aumentó mi excitación y le presionaba más los glúteos, me quitó la playera y con las manos sin dejar de besarme buscaba el broche de mi pantalón bajándolo con todo y lo que tenía debajo, giramos de modo que yo estuviera al ras de la cama y mientras me besaba me tocaba el miembro que con un poco de lubricación natural, movía de arriba hacia abajo, me dio un leve empujón dándome a entender que me sentara, lo hice, se arrodilló frente a mí, y de tajo metió mi miembro en su boca dejándome sentir esa humedad cálida de su boca y su lengua que poco a poco jugueteaba con mi glande mientras por momentos desaparecía mientras que de adelante hacia atrás mi miembro se perdía en su boca. Esos movimientos se fueron haciendo más rápido y mi excitación aumenta cuando me miraba, me miraba hacia arriba dejándome ver que disfrutaba verme disfrutar ese delicioso oral que tantas veces imaginé. 

Ella movía la cabeza de arriba hacia abajo, se escuchaba ese delicioso sonido a humedad de mi miembro entrando en su boca, me miraba, lo sacaba, lo acariciaba con la lengua, con los labios y lo introducía nuevamente en repetidas ocasiones, mis gemidos eran cada vez más rápidos, y más largos, sobre todo cuando esa mirada llena de lujuria y pasión se dirigía hacia mí, mientras su boca, lengua y labios hacían lo suyo con mi miembro ya bastante lubricado. Como por no dejar escapar la lujuria que sentíamos los dos, se paró, se quitó rápidamente la ropa que tenía puesta y se abalanzó sobre mí, sintiendo su entrepierna sobre la mía y comenzó a balancearse de arriba hacia abajo sobre mi miembro, tomándome de las manos y sintiendo su vientre sobre mí, se seguía moviendo de adelante hacia atrás. Luego de un par de segundos con esos movimientos, se levantó levemente como buscando introducir mi miembro que en ese momento ya estaba empapado de sus jugos y los míos. Cuando lo consiguió, me presionó más fuerte del pecho, juntó un poco más las piernas, hizo un delicioso sonido de excitación y se comenzó a balancear más rápido sobre mí. A mí me encantaba ver ese espectáculo de su abundante cabellera rizada balancearse alrededor de ella, sobre sus hombros, espalda, sobre su rostro, que descubría hasta que hacía un brusco movimiento de la cabeza hacia atrás y con las manos sobre mi pecho, hacía su cuerpo hacia adelante, mientras le acariciaba esos abundantes senos dignos de esa morena llenita que me estaba dejando sentir esa exquisita penetración que ella tenía perfectamente controlada.

Esos movimientos de adelante hacia atrás los intercalaba con movimientos de arriba hacia abajo, dejando caer su peso sobre mí y sintiendo esa exquisita sensación al penetrarla cada vez que su cuerpo chocaba con el mío. Se volteó dejándome ver ese exquisito espectáculo de su trasero hacia mí, mientras se agachaba sobre mis pies y se balanceaba de adelante hacia atrás, yo la tomaba por esa abundante cintura y levantaba mis caderas cada vez que se acercaba hacia mí. Esa posición me excitó muchísimo, pues apreciaba toda su espalda hasta sus glúteos y piernas, incluso me dejaba contemplar otra opción de placer que veía contraerse con cada penetrada, con cada movimiento, con cada choque de muslos.

Luego del evidente agotamiento que veía en ella, pues hasta el momento ella era la que mandaba, la tomé por la cintura y la halé hacia mi boca abajo, me posicioné sobre ella y comencé a moverme lentamente, introduciendo mi miembro entre sus piernas que poco a poco cerraba con las mías. Mi pecho rosaba su espalda, mis muslos chocaban con sus glúteos, haciendo ese “Splash! Splash!”, ese sonido delicioso de dos cuerpos chocando al mismo compas. La tomaba por los brazos, entrelazaba mis dedos con los suyos, ella por momentos levantaba esas caderas hacia mí, haciendo la penetración mucho más excitante, pues esos movimientos y sus gemidos me daban a entender que ambos disfrutábamos de esa deliciosa sesión de placer mutuo. Los movimientos se hacían más rápidos, sus gemidos se alternaban con los míos y esos movimientos que hacía levantando la cadera me volvían loco pues sentía delicioso que sus glúteos chocaran con mis muslos al ritmo de una deliciosa penetración. Ella se movía de arriba hacia abajo, yo le besaba el cuello, la espalda, la tomaba de los brazos, ella se seguía moviendo y yo seguía penetrándola dejando mi peso sobre ella, cada vez más rápido, y más, y más, hasta que sentí ese movimiento de cadera hacia arriba mucho más prolongado y esa mezcla de gritos y gemidos que me decían que le había dado un exquisito orgasmo. Con la respiración entre cortada y con movimientos mucho más prolongados hizo sus brazos hacia atrás, me tomó de la cabeza como para que le diera un beso y me dijo “Eso estuvo deliciosooooooo”.

Ella había tomado esa decisión de un día para otro y la casa no iba permanecer sola por más tiempo, yo estaba feliz de haber disfrutado de esos momentos lujuriosos con ella, en ese momento prácticamente no me importaba el no haber tenido un orgasmo, pero ella me dijo que tendría mi final feliz en otra ocasión y que gracias a mí, odiaba un poco menos al tipo que me permitió tener eso que en mi imaginación sucedió demasiadas veces pensando en Mary.

sábado, 17 de enero de 2015

Una sala despejada

Milisegundos después de que mis glúteos tocaron la tela del sillón, mis muslos sentían la parte posterior de sus piernas, además de la presión del peso de su cuerpo, se pudo sentir ese olor a perfume desvanecido por el transcurso del día, ese olor que apenas unos días antes había sentido en otro cuerpo. Rodeó mi cuello con sus brazos emulando una bufanda, mientras sus piernas emulaban unas pinzas a mí alrededor. Sus labios humedecidos acariciaban y contagiaban los míos con una mezcla de ternura y pasión que interpretaban mis manos tocando con una su rostro y con la otra el límite que marcaban unos jeans en su espalda, intentando invadir con los dedos por debajo de ese pantalón sintiendo una fina tela que separaba su pantalón de esa piel suave que quería recorrer desde que la vi esa tarde.

Sus manos poco a poco fueron pasando de la parte posterior de mi cabeza hacia mi espalda, a mi rostro y de nuevo a mi cuello, intentando halarme hacia sus labios, sintiendo esa sensación de sus labios tocando los míos. Mi mano seguía haciendo su trabajo en la parte baja de su espalda, luchando contra una tela, intentando hurgar todo lo posible, imaginándola en la misma posición pero sin ese impertinente pantalón. Una negra camiseta poco ajustada me separaba de ese par de pichones morenos, ese par de senos con unos pezones que mis manos podían sentir por sobre esa barrera delgada de tela. Sabiendo que su peso estaba en mis piernas y que la tela de su ropa impedía el contacto directo con su piel, empecé a buscar el borde de esa camiseta negra y una vez encontrado, la levanté hasta que su brazo impedía quitársela, ella al sentirlo, entendió lo que quería hacer y mientras me seguía besando levantó los brazos y ese beso apasionado se interrumpió por un par de segundos mientras esa camiseta pasaba entre nuestros labios. La onda de aire impregnada con su perfume que emitió esa camiseta me hizo tocar esa espalda casi desnuda cubierta únicamente con un sostén blanco.

Teniendo la posición perfecta le desabroché el sostén, y en este caso era mi playera la que separaba mi piel de la suya y con más libertad para tocarle esa espalda totalmente desnuda podía sentir esas curvas femeninas de una espalda bien formada. Como por cuestión de igualdad, sentí sus dedos en mi cadera buscando ese borde de la playera para hacer exactamente lo que yo había hecho segundos antes para que al fin nuestra piel se uniera y se sintiera esa sensación de humedad que se intercambiaba mientras nuestros cuerpos se acariciaban al ritmo de los besos que para ese momento nos quitaban el aliento.
Mis manos se deslizaban hacia su cadera, buscando el botón y el ojal de aquel jean azul y al encontrarlo, con aparente agilidad y de un solo movimiento desabroché el nuevo obstáculo que me impedía acceder a sus placeres femeninos. Al sentir los estragos que intentaban hacer mis manos una cuarta bajo su ombligo, quiso ayudarme, se paró y me ayudó a quitarle el pantalón, haciendo movimientos horizontales de vaivén que ayudaron a encender más las ganas que tenía de acariciarla completa. Esperaba que se volviera a sentar en mis piernas de frente, pero en vez de eso, me tomó de las manos, me haló hacia ella y me desabrochó el pantalón mientras me besaba el cuello, el hombro, el pecho y me desvistió completamente. Hizo un gesto dándome a entender que me sentara y ella aún con una tanga rosada, se sentó de la misma forma como estaba pero con mucho mas contacto de piel.

Me comenzó a besar, me tomaba de la cabeza, del pelo, del cuello y bajaba a mi pecho para subir nuevamente, todo eso mientras movía su cintura de un lado hacia otro, acariciando mi miembro con cada movimiento con la humedad bastante aparente. Esos movimientos parecían describir círculos sobre mis muslos y sin dejar de besarme sentí como bajaba la mano buscando hacer a un lado esa delgada tela que separaba su entrepierna de mi miembro. Una vez a un lado el pequeño y rosado obstáculo, se empezó a mover más despacio de arriba hacia abajo, haciéndome sentir una sensación deliciosa cuando sus labios pasaban por mi miembro sintiendo esa abertura que terminaba en su clítoris mezclando su humedad con la mía y repitiendo es movimiento una, otra, otra y otra vez. Me tomaba del cuello mientras se seguía moviendo de arriba hacia abajo hasta que suavemente mi miembro empezó a penetrar ese agujero de placer femenino tan exquisito, instante en el que cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás siendo evidente que disfrutó esa introducción.

Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos, ella se movía a su ritmo, tenía el control, colgada de mi cuello se movía, abría la boca, sacaba la lengua humedeciéndose los labios y dejando escapar leves expresiones sonoras que aumentaban de intensidad cuando me inclinaba hacia ella buscando sus pezones con mis labios y lengua, pezones con cierta dureza que al morder suavemente automáticamente pegaba un brinquito junto con un “asíiii, que ricoooooo” yo complementaba tan exquisita expresión con un “mmmmm deliciosoooo, me encanta como te mueves” pareciera como si cada vez que le decía que me encantaban sus movimientos, se movía más rápido escapando involuntarios “Mmmmmm Ahhhhhhhh”.

Para equilibrar la situación, la tomé por la cintura, y cambiamos de posición, ésta vez ella recostada en ese sillón con ese par de alas abiertas invitándome a acercarme. Le quité la tanga que aún tenía, la tomé por las piernas y me acerqué buscando su cavidad con mi miembro hasta que volví a sentir esa humedad tan deliciosa mientras me movía de adelante hacia atrás haciendo la penetración mucho más profunda. Ella me tocaba el pecho, abdomen y me tomaba por los glúteos sintiendo como me halaba hacia ella como intentando que la penetración fuera máxima. Se empezaba a amalgamar el sonido de su cuerpo colisionando con el mío, el sonido de sus gemidos con los míos y sus jugos con los míos, era una mezcla de exquisito placer compartido y mutuo. 

Esta vez el control era mío y seguía penetrando subiendo y bajando el ritmo por momentos para no terminar con ese placer tan exquisito y cada vez que veía que sus gestos evidenciaban el placer que estaba sintiendo, aumentaba la intensidad mientras veía como se contorneaba en ese verde sillón que estaba siendo testigo de esa sesión de placer compartido. Le tomé las piernas, las uní y seguí penetrándola con más intensidad pues noté que se contorneaba más y era lógico, pues mi miembro tenía más contacto con sus labios superiores humedecidos con jugos y sudor de ambos. Ese panorama de sus piernas cerradas que terminaban con mi miembro penetrando aumentaba mi excitación y si a eso le sumamos sus gemidos y sus movimientos contorsionándose de placer hacían que se empezara a sentir esa deliciosa sensación previa al clímax de esa sesión. Me recosté sobre ella, la abracé y la besaba mientras la seguía penetrando cada vez más rápido y más y más, ella al sentir que cada movimiento se había más rápido, me tomaba por la espalda y me halaba hacia ella como tratando de que nos uniéramos en un solo cuerpo. Cuando sus manos resbalaban en mi espalda por el sudor mientras me apretaba hacia ella y sus piernas rodeaban mi cadera y mis movimientos sobre ella eran deliciosamente rápidos y entre una mezcla de gemidos y un “Asiiiiii que ricoooooo” no aguante más ante tan extasiante placer y expulsé todo ese cálido líquido viscoso que le había tenido reservado por varios días, ella se seguía retorciendo del placer mientras que me presionaba hacia ella como intentando exprimirme hasta la última gota. La tomé por el rostro y le di un beso apasionado culminando así una sesión de placer que recuerdo especialmente porque fue con alguien que hasta hoy no he podido olvidar.