Milisegundos después de que mis glúteos tocaron la tela del
sillón, mis muslos sentían la parte posterior de sus piernas, además de la
presión del peso de su cuerpo, se pudo sentir ese olor a perfume desvanecido
por el transcurso del día, ese olor que apenas unos días antes había sentido en
otro cuerpo. Rodeó mi cuello con sus brazos emulando una bufanda, mientras sus
piernas emulaban unas pinzas a mí alrededor. Sus labios humedecidos acariciaban
y contagiaban los míos con una mezcla de ternura y pasión que interpretaban mis
manos tocando con una su rostro y con la otra el límite que marcaban unos jeans
en su espalda, intentando invadir con los dedos por debajo de ese pantalón
sintiendo una fina tela que separaba su pantalón de esa piel suave que quería recorrer
desde que la vi esa tarde.
Sus manos poco a poco fueron pasando de la parte posterior
de mi cabeza hacia mi espalda, a mi rostro y de nuevo a mi cuello, intentando halarme
hacia sus labios, sintiendo esa sensación de sus labios tocando los míos. Mi
mano seguía haciendo su trabajo en la parte baja de su espalda, luchando contra
una tela, intentando hurgar todo lo posible, imaginándola en la misma posición
pero sin ese impertinente pantalón. Una negra camiseta poco ajustada me
separaba de ese par de pichones morenos, ese par de senos con unos pezones que
mis manos podían sentir por sobre esa barrera delgada de tela. Sabiendo que su
peso estaba en mis piernas y que la tela de su ropa impedía el contacto directo
con su piel, empecé a buscar el borde de esa camiseta negra y una vez
encontrado, la levanté hasta que su brazo impedía quitársela, ella al sentirlo,
entendió lo que quería hacer y mientras me seguía besando levantó los brazos y
ese beso apasionado se interrumpió por un par de segundos mientras esa camiseta
pasaba entre nuestros labios. La onda de aire impregnada con su perfume que
emitió esa camiseta me hizo tocar esa espalda casi desnuda cubierta únicamente
con un sostén blanco.
Teniendo la posición perfecta le desabroché el sostén, y en
este caso era mi playera la que separaba mi piel de la suya y con más libertad
para tocarle esa espalda totalmente desnuda podía sentir esas curvas femeninas
de una espalda bien formada. Como por cuestión de igualdad, sentí sus dedos en
mi cadera buscando ese borde de la playera para hacer exactamente lo que yo había
hecho segundos antes para que al fin nuestra piel se uniera y se sintiera esa sensación
de humedad que se intercambiaba mientras nuestros cuerpos se acariciaban al
ritmo de los besos que para ese momento nos quitaban el aliento.
Mis manos se deslizaban hacia su cadera, buscando el botón y
el ojal de aquel jean azul y al encontrarlo, con aparente agilidad y de un solo
movimiento desabroché el nuevo obstáculo que me impedía acceder a sus placeres
femeninos. Al sentir los estragos que intentaban hacer mis manos una cuarta
bajo su ombligo, quiso ayudarme, se paró y me ayudó a quitarle el pantalón,
haciendo movimientos horizontales de vaivén que ayudaron a encender más las
ganas que tenía de acariciarla completa. Esperaba que se volviera a sentar en
mis piernas de frente, pero en vez de eso, me tomó de las manos, me haló hacia
ella y me desabrochó el pantalón mientras me besaba el cuello, el hombro, el
pecho y me desvistió completamente. Hizo un gesto dándome a entender que me
sentara y ella aún con una tanga rosada, se sentó de la misma forma como estaba
pero con mucho mas contacto de piel.
Me comenzó a besar, me tomaba de la cabeza, del pelo, del
cuello y bajaba a mi pecho para subir nuevamente, todo eso mientras movía su
cintura de un lado hacia otro, acariciando mi miembro con cada movimiento con
la humedad bastante aparente. Esos movimientos parecían describir círculos sobre
mis muslos y sin dejar de besarme sentí como bajaba la mano buscando hacer a un
lado esa delgada tela que separaba su entrepierna de mi miembro. Una vez a un
lado el pequeño y rosado obstáculo, se empezó a mover más despacio de arriba
hacia abajo, haciéndome sentir una sensación deliciosa cuando sus labios
pasaban por mi miembro sintiendo esa abertura que terminaba en su clítoris
mezclando su humedad con la mía y repitiendo es movimiento una, otra, otra y
otra vez. Me tomaba del cuello mientras se seguía moviendo de arriba hacia
abajo hasta que suavemente mi miembro empezó a penetrar ese agujero de placer
femenino tan exquisito, instante en el que cerró los ojos e inclinó la cabeza
hacia atrás siendo evidente que disfrutó esa introducción.
Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos, ella se
movía a su ritmo, tenía el control, colgada de mi cuello se movía, abría la
boca, sacaba la lengua humedeciéndose los labios y dejando escapar leves
expresiones sonoras que aumentaban de intensidad cuando me inclinaba hacia ella
buscando sus pezones con mis labios y lengua, pezones con cierta dureza que al
morder suavemente automáticamente pegaba un brinquito junto con un “asíiii, que
ricoooooo” yo complementaba tan exquisita expresión con un “mmmmm deliciosoooo,
me encanta como te mueves” pareciera como si cada vez que le decía que me encantaban
sus movimientos, se movía más rápido escapando involuntarios “Mmmmmm Ahhhhhhhh”.
Para equilibrar la situación, la tomé por la cintura, y
cambiamos de posición, ésta vez ella recostada en ese sillón con ese par de alas
abiertas invitándome a acercarme. Le quité la tanga que aún tenía, la tomé por
las piernas y me acerqué buscando su cavidad con mi miembro hasta que volví a
sentir esa humedad tan deliciosa mientras me movía de adelante hacia atrás
haciendo la penetración mucho más profunda. Ella me tocaba el pecho, abdomen y
me tomaba por los glúteos sintiendo como me halaba hacia ella como intentando
que la penetración fuera máxima. Se empezaba a amalgamar el sonido de su cuerpo
colisionando con el mío, el sonido de sus gemidos con los míos y sus jugos con
los míos, era una mezcla de exquisito placer compartido y mutuo.
Esta vez el control era mío y seguía penetrando subiendo y
bajando el ritmo por momentos para no terminar con ese placer tan exquisito y
cada vez que veía que sus gestos evidenciaban el placer que estaba sintiendo,
aumentaba la intensidad mientras veía como se contorneaba en ese verde sillón
que estaba siendo testigo de esa sesión de placer compartido. Le tomé las
piernas, las uní y seguí penetrándola con más intensidad pues noté que se
contorneaba más y era lógico, pues mi miembro tenía más contacto con sus labios
superiores humedecidos con jugos y sudor de ambos. Ese panorama de sus piernas
cerradas que terminaban con mi miembro penetrando aumentaba mi excitación y si
a eso le sumamos sus gemidos y sus movimientos contorsionándose de placer hacían
que se empezara a sentir esa deliciosa sensación previa al clímax de esa
sesión. Me recosté sobre ella, la abracé y la besaba mientras la seguía
penetrando cada vez más rápido y más y más, ella al sentir que cada movimiento
se había más rápido, me tomaba por la espalda y me halaba hacia ella como
tratando de que nos uniéramos en un solo cuerpo. Cuando sus manos resbalaban en
mi espalda por el sudor mientras me apretaba hacia ella y sus piernas rodeaban
mi cadera y mis movimientos sobre ella eran deliciosamente rápidos y entre una
mezcla de gemidos y un “Asiiiiii que ricoooooo” no aguante más ante tan
extasiante placer y expulsé todo ese cálido líquido viscoso que le había tenido
reservado por varios días, ella se seguía retorciendo del placer mientras que
me presionaba hacia ella como intentando exprimirme hasta la última gota. La
tomé por el rostro y le di un beso apasionado culminando así una sesión de
placer que recuerdo especialmente porque fue con alguien que hasta hoy no he
podido olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario