sábado, 17 de enero de 2015

Una sala despejada

Milisegundos después de que mis glúteos tocaron la tela del sillón, mis muslos sentían la parte posterior de sus piernas, además de la presión del peso de su cuerpo, se pudo sentir ese olor a perfume desvanecido por el transcurso del día, ese olor que apenas unos días antes había sentido en otro cuerpo. Rodeó mi cuello con sus brazos emulando una bufanda, mientras sus piernas emulaban unas pinzas a mí alrededor. Sus labios humedecidos acariciaban y contagiaban los míos con una mezcla de ternura y pasión que interpretaban mis manos tocando con una su rostro y con la otra el límite que marcaban unos jeans en su espalda, intentando invadir con los dedos por debajo de ese pantalón sintiendo una fina tela que separaba su pantalón de esa piel suave que quería recorrer desde que la vi esa tarde.

Sus manos poco a poco fueron pasando de la parte posterior de mi cabeza hacia mi espalda, a mi rostro y de nuevo a mi cuello, intentando halarme hacia sus labios, sintiendo esa sensación de sus labios tocando los míos. Mi mano seguía haciendo su trabajo en la parte baja de su espalda, luchando contra una tela, intentando hurgar todo lo posible, imaginándola en la misma posición pero sin ese impertinente pantalón. Una negra camiseta poco ajustada me separaba de ese par de pichones morenos, ese par de senos con unos pezones que mis manos podían sentir por sobre esa barrera delgada de tela. Sabiendo que su peso estaba en mis piernas y que la tela de su ropa impedía el contacto directo con su piel, empecé a buscar el borde de esa camiseta negra y una vez encontrado, la levanté hasta que su brazo impedía quitársela, ella al sentirlo, entendió lo que quería hacer y mientras me seguía besando levantó los brazos y ese beso apasionado se interrumpió por un par de segundos mientras esa camiseta pasaba entre nuestros labios. La onda de aire impregnada con su perfume que emitió esa camiseta me hizo tocar esa espalda casi desnuda cubierta únicamente con un sostén blanco.

Teniendo la posición perfecta le desabroché el sostén, y en este caso era mi playera la que separaba mi piel de la suya y con más libertad para tocarle esa espalda totalmente desnuda podía sentir esas curvas femeninas de una espalda bien formada. Como por cuestión de igualdad, sentí sus dedos en mi cadera buscando ese borde de la playera para hacer exactamente lo que yo había hecho segundos antes para que al fin nuestra piel se uniera y se sintiera esa sensación de humedad que se intercambiaba mientras nuestros cuerpos se acariciaban al ritmo de los besos que para ese momento nos quitaban el aliento.
Mis manos se deslizaban hacia su cadera, buscando el botón y el ojal de aquel jean azul y al encontrarlo, con aparente agilidad y de un solo movimiento desabroché el nuevo obstáculo que me impedía acceder a sus placeres femeninos. Al sentir los estragos que intentaban hacer mis manos una cuarta bajo su ombligo, quiso ayudarme, se paró y me ayudó a quitarle el pantalón, haciendo movimientos horizontales de vaivén que ayudaron a encender más las ganas que tenía de acariciarla completa. Esperaba que se volviera a sentar en mis piernas de frente, pero en vez de eso, me tomó de las manos, me haló hacia ella y me desabrochó el pantalón mientras me besaba el cuello, el hombro, el pecho y me desvistió completamente. Hizo un gesto dándome a entender que me sentara y ella aún con una tanga rosada, se sentó de la misma forma como estaba pero con mucho mas contacto de piel.

Me comenzó a besar, me tomaba de la cabeza, del pelo, del cuello y bajaba a mi pecho para subir nuevamente, todo eso mientras movía su cintura de un lado hacia otro, acariciando mi miembro con cada movimiento con la humedad bastante aparente. Esos movimientos parecían describir círculos sobre mis muslos y sin dejar de besarme sentí como bajaba la mano buscando hacer a un lado esa delgada tela que separaba su entrepierna de mi miembro. Una vez a un lado el pequeño y rosado obstáculo, se empezó a mover más despacio de arriba hacia abajo, haciéndome sentir una sensación deliciosa cuando sus labios pasaban por mi miembro sintiendo esa abertura que terminaba en su clítoris mezclando su humedad con la mía y repitiendo es movimiento una, otra, otra y otra vez. Me tomaba del cuello mientras se seguía moviendo de arriba hacia abajo hasta que suavemente mi miembro empezó a penetrar ese agujero de placer femenino tan exquisito, instante en el que cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás siendo evidente que disfrutó esa introducción.

Poco a poco los movimientos se hacían mas rápidos, ella se movía a su ritmo, tenía el control, colgada de mi cuello se movía, abría la boca, sacaba la lengua humedeciéndose los labios y dejando escapar leves expresiones sonoras que aumentaban de intensidad cuando me inclinaba hacia ella buscando sus pezones con mis labios y lengua, pezones con cierta dureza que al morder suavemente automáticamente pegaba un brinquito junto con un “asíiii, que ricoooooo” yo complementaba tan exquisita expresión con un “mmmmm deliciosoooo, me encanta como te mueves” pareciera como si cada vez que le decía que me encantaban sus movimientos, se movía más rápido escapando involuntarios “Mmmmmm Ahhhhhhhh”.

Para equilibrar la situación, la tomé por la cintura, y cambiamos de posición, ésta vez ella recostada en ese sillón con ese par de alas abiertas invitándome a acercarme. Le quité la tanga que aún tenía, la tomé por las piernas y me acerqué buscando su cavidad con mi miembro hasta que volví a sentir esa humedad tan deliciosa mientras me movía de adelante hacia atrás haciendo la penetración mucho más profunda. Ella me tocaba el pecho, abdomen y me tomaba por los glúteos sintiendo como me halaba hacia ella como intentando que la penetración fuera máxima. Se empezaba a amalgamar el sonido de su cuerpo colisionando con el mío, el sonido de sus gemidos con los míos y sus jugos con los míos, era una mezcla de exquisito placer compartido y mutuo. 

Esta vez el control era mío y seguía penetrando subiendo y bajando el ritmo por momentos para no terminar con ese placer tan exquisito y cada vez que veía que sus gestos evidenciaban el placer que estaba sintiendo, aumentaba la intensidad mientras veía como se contorneaba en ese verde sillón que estaba siendo testigo de esa sesión de placer compartido. Le tomé las piernas, las uní y seguí penetrándola con más intensidad pues noté que se contorneaba más y era lógico, pues mi miembro tenía más contacto con sus labios superiores humedecidos con jugos y sudor de ambos. Ese panorama de sus piernas cerradas que terminaban con mi miembro penetrando aumentaba mi excitación y si a eso le sumamos sus gemidos y sus movimientos contorsionándose de placer hacían que se empezara a sentir esa deliciosa sensación previa al clímax de esa sesión. Me recosté sobre ella, la abracé y la besaba mientras la seguía penetrando cada vez más rápido y más y más, ella al sentir que cada movimiento se había más rápido, me tomaba por la espalda y me halaba hacia ella como tratando de que nos uniéramos en un solo cuerpo. Cuando sus manos resbalaban en mi espalda por el sudor mientras me apretaba hacia ella y sus piernas rodeaban mi cadera y mis movimientos sobre ella eran deliciosamente rápidos y entre una mezcla de gemidos y un “Asiiiiii que ricoooooo” no aguante más ante tan extasiante placer y expulsé todo ese cálido líquido viscoso que le había tenido reservado por varios días, ella se seguía retorciendo del placer mientras que me presionaba hacia ella como intentando exprimirme hasta la última gota. La tomé por el rostro y le di un beso apasionado culminando así una sesión de placer que recuerdo especialmente porque fue con alguien que hasta hoy no he podido olvidar.

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